Diez mil niños asistieron a los conciertos didácticos que durante los días miércoles, jueves y viernes se celebraron en el Palacio de la Ópera. El último, el concierto en familia, tuvo lugar en la tarde del viernes. Fue un éxito. Los profesores, con sus voces, palmas y actitudes, contribuyeron a hacer las delicias de los niños (muchos de ellos, sus propios hijos) y de los no tan niños. Andrés Valero también participó y realizó un magnífico trabajo con la orquesta. Es un músico muy querido en A Coruña porque dirigió durante un año la Banda Municipal con gran éxito. Además, es un compositor muy notable. Su Concierto para animales, que forma la mayor parte del concierto didáctico, demuestra su maestría en el manejo de los timbres orquestales, utilizando efectos como los frullati de las trompas en cromáticas descendentes remedando el barritar del elefante. Además, ha introducido discretamente guiños especiales en la obra: breves fragmentos de El carnaval de los animales, de Saint-Saëns (el león); de Pedro y el lobo, de Prokofiev (el gato); de Papillons, de Schumannn (la mariposa); y hasta de la banda sonora de un clásico de Disney: Dumbo, de Frank Churchill y Oliver Wallace (el elefante). La narradora, excelente, contribuyó de modo decisivo a que los niños comprendiesen la obra. ¡Ah! Lo de los diez mil no es por la célebre obra de Jenofonte, aunque perdure en mi recuerdo el examen oral de aquel profesor coruñés, don Jesús Yebra: "¿Qué me dices de Jenofonte?" "Escribió la Anábasis". "Y, ¿qué es Anábasis?" "La retirada de los diez mil guerreros griegos". Aquí, los diez mil ni eran guerreros (bueno, no del todo), ni griegos, ni se retiraron: eran enxebres y vinieron al concierto. ¡En número de diez mil, nada menos!