Hay en ella destellos de la clase y de la categoría de Susanne Bier, la realizadora danesa que figura en el olimpo del cine europeo, pero no llega a la altura de sus mejores películas, especialmente de Después de la boda, Hermanos y En un mundo mejor. La clave puede estar en que es una cineasta mejor dotada para el drama y que aquí acomete la comedia con trasfondo romántico. Es cierto que depara una primera mitad inteligente y con cosas brillantes, pero salta a la vista que en la parte final, y sobre todo en el desenlace, se deja llevar por unas soluciones demasiado edulcoradas y artificiosas que no encajan demasiado en los planteamientos previos. En cualquier caso su propuesta no es ni vulgar ni rechazable y hasta contiene ingredientes jugosos. El problema es que no acaban de cristalizar o derivan hacia un terreno que ya está harto explotado en su obra y en el cine en general. Como sucedía en Después de la boda, la mayoría de la cinta está vinculada a una ceremonia matrimonial. En este caso, sin embargo, aunque los jóvenes que se casan y los invitados son daneses, el escenario es marcadamente italiano, concretamente los preciosos alrededores de la ciudad de Sorrento, retratada con bellísimas pinceladas.

También el sentido del relato es muy diferente. Aquí priva el tono ligero y desenfadado, aunque sin renunciar en ocasiones a toques dramáticos. De hecho, la protagonista, la peluquera y madre de la novia Ida, está tratando de superar un cáncer que le obliga a llevar peluca, en tano que el rico empresario y padre del novio Phillip, todavía no ha superado la pérdida en accidente de su esposa. Ambos, fruto de la casualidad, se conocen cuando tienen un accidente camino del aeropuerto que les conducirá al lugar de la boda de sus hijos. Desde ese momento todo indica que el destino les ha unido para siempre. En su intento de evitar los convencionalismos y de huir de los clichés, la directora consigue dar la vuelta a parte de los esquemas iniciales del guión, con recursos que en algún caso parecen forzados. Lo que ocurre es que a veces deja llevar las cosas demasiado lejos, especialmente en lo que atañe a Ida y a su exesposo Leif, del que acaba de separarse tras descubrirlo en flagrante adulterio, para acompañar la cosa de un sustrato feminista.

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