No es ninguna aportación destacada al cine de animación, pero saca un partido considerable de determinados aspectos y personajes, especialmente de unos bebés encantadores que se ganan el cariño y el humor de buena parte del público. Con ese aval, que no hace milagros aunque sí consigue la satisfacción de los más pequeños, se forja este innegable homenaje a unas cigüeñas entrañables que durante mucho tiempo se convirtieron en verdaderos mensajes de alegría, llevando la felicidad a infinidad de hogares de todo el mundo en forma de recién nacidos que contribuían a consolidar las familias con nuevos miembros. Este es el argumento que define este largometraje que pone de manifiesto, antes que nada, el cambio radical que se ha producido en un sistema, el reparto de bebés, que se encauza actualmente a través de una empresa de internet, Montaña Cigüeña, que ha organizado al respecto un procedimiento rápido, eficaz y a prueba de errores.

El responsable de una película como ésta, que denota que ha sido estirada en exceso para alcanzar el reglamentario metraje, es un director, Nicholas Steller, que se mueve con la misma soltura en la animación y en el cine con personajes reales. Autor de diversas comedias de entidad limitada, entre ellas 'Paso de ti', 'Todo sobre mi desmadre' y las dos entregas de 'Malditos vecinos', demuestra aquí que tiene recursos para desenvolverse con solvencia en la animación digital, hasta el punto de ser el responsable único, algo con pocos precedentes en este género, de la dirección y del guión de la cinta. Y si no ha conseguido con ello nada milagroso, tampoco ha hecho un trabajo vulgar o demasiado empalagoso. Hay que destacar, eso sí, un par de números musicales y un final con toques deliciosos.

Los personajes destacados de esta aventura familiar son la cigüeña Junior, el clan de los Gardner -que están esperando el bebé-, los líderes de los temibles lobos Alpha y Betta y, por supuesto, la avispada Tulip.