El gran reclamo y acierto de 'El hijo de Saul' es el de haber afrontado un tema muy tratado por el cine, el del genocidio nazi de la segunda guerra mundial, desde una óptica absolutamente original tanto en el ámbito del argumento, convirtiendo en protagonista a un trabajador húngaro de un horno crematorio que se ocupa de los cadáveres de judíos que son exterminados, como en el narrativo, con una sintaxis que puede ser discutible por su reiteración pero que supone una gran novedad.

El caso es que semejante planteamiento a la vez dramático y formal no sólo ha impactado en el público sino que ha cosechado éxitos notorios en festivales y acontecimientos cinematográficos como el Certamen de Cannes, donde se hizo con el Premio Especial del Jurado y el FIPRESCI de la crítica, y los Globos de Oro, donde conquistó el galardón a la mejor cinta en lengua no inglesa. Y está nominada y es la favorita en el mismo apartado de los Oscars. Si a todo este panorama añadimos que se trata de la ópera prima del cineasta magiar Laszlo Nemes, el asunto adquiere todavía mayor relieve. Nemes, en efecto, ha sabido captar en su verdadero dimensión los horrores que definían la vida cotidiana en 1944 en el campo de concentración de Auschwitz, describiendo la actividad durante dos días de un prisionero húngaro, Saul Auslander, que se ocupa de la siniestra y macabra función de quemar a los habitantes de su pueblo, especialmente a los judíos.

En esa tarea descubre el cuerpo de un muchacho que podría ser su hijo, con el que no tenía demasiado trato, y al que intenta salvar de las llamas y al mismo tiempo, si encuentra a un rabino, enterrar en condiciones dignas. El suyo es un calvario realmente dantesco. A pesar de los desmanes y tropelías cometidas con la cinta en su versión doblada en España, hasta el punto que la torre de babel que es el original, donde se hablan cinco lenguas -húngaro, yid dish, polaco, ruso y alemán-, se ha convertido en un único idioma, que paradójicamente nadie entiende, la cinta ingresa de lleno al espectador en semejante infierno. Más reparos puede ofrecer el empleo de la fotografía.