Era una deuda pendiente del País Vasco, en cuanto que representa uno de los más trágicos e inhumanos sucesos acaecidos en la guerra civiles española, pero lo cierto es que no se pagado como merecía. El bombardeo de Gernika, llevado a cabo el 26 de abril de 1937 por la aviación alemana con el visto bueno de Franco, exigía el que se hubiera llevado al cine con plenas garantías, incluyendo por encima de todo el rigor, el tratamiento de los personajes y la credibilidad de la historia. Y queda muy claro que las cosas podían y debían haberse hecho mejor.

Es verdad que la película sube un poco el nivel en la segunda mitad, aunque no hasta el punto de convertirse, ni mucho menos, en un producto ejemplar. Da la impresión, aunque hay otros factores, que el director Koldo Serra para un compromiso semejante, ya que en su filmografía, con numerosas series de televisión y un largometraje para la pequeña pantalla, solo había lugar para otra cinta, 'Bosque de sombras', que realizó en 2006.

Lo que más daño hace a la película, exagerando su artificiosidad, es un doblaje que elimina el inglés que utilizan los reporteros protagonistas, de forma que todos se expresan en un único idioma, el castellano de la Academia de la Lengua. Con personajes demasiado acartonados que denotan una innegable falta de credibilidad, la primera mitad no logra que el espectador entre en materia y participe del sentimiento de miedo y de preocupación que se vive en Euskadi en los días previos al bombardeo, inmortalizado posteriormente por Picasso.

Es cierto que el asunto se llevaba en secreto por las autoridades nazis y por los altoscargos del ejército rebelde, pero los rumores eran cada vez más firmes. Lo que muestran en esta coyuntura las imágenes son los problemas y las vivencias de algunos periodistas y fotógrafos, inspirados en el modelo de Hemingway y Robert Capa, en su afán por superar las trabas que imponía un organismo censor a la hora de permitir lo que se publicaba.