Hereda buena parte de los ingredientes que han definido las mejores adaptaciones para la pantalla de los libros de Stephen King, en concreto la utilización de la niñez como factor esencial en una línea que recordará al espectador una de sus más destacadas películas, Cuenta conmigo, que dirigió Rob Reiner en 1986. Esa sabia combinación de infancia, ternura, humor, crueldad y misterio adquiere su verdadero sentido en un producto en el que los pequeños protagonistas utilizan un lenguaje deliberadamente grosero que contribuye a aportar naturalidad a las imágenes.

Es la segunda versión que se efectúa de este libro, que fue llevado a la pequeña pantalla en 1990 por el actor y director Tommy Lee Wallace en formato de miniserie en dos capítulos. Aunque ofrece una primera mitad más brillante que la segunda, en la que se aprecian estragos propios de un metraje de 135 minutos, hay que reconocer que la labor del director Andy Muschietti es más que correcta, habida cuenta de que este es solo su tercer largometraje y de que de los dos primeros únicamente Mamá de 2013 tuvo un estreno regular en los cines.

Lo más relevante de esta cinta es, por un lado, que se apoya en los resortes clásicos del cine de miedo con envidiable soltura y sabiendo el terreno que pisa y, por otro, que cuenta con una notable interpretación de los siete niños que comparten el protagonismo y que viven con increíble intensidad una aventura terrible. Con modos y formas que recuerdan a los niños de Spielberg, pero con diálogos más crudos y un terror más siniestro.

Ambientada en una pequeña localidad de Maine, Derry, nos sitúa en la dinámica de El Club de los Perdedores, un grupo de seis chicos y una chica, que están a punto de dejar de ser niños para enfrentarse a la adolescencia y que sufren las consecuencias de los abusos de unos vecinos que se ensañan con ellos con excesos en algún caso patológicos. Es en este estado de cosas vuelve a resurgir, como en una pesadilla, algo que llaman «It» o «Eso» y que no es otra cosa que el peor y más cruel enemigo que pueda concebirse fruto de sus peores pesadillas.