Original, sorprendente, con un profundo toque de misterio que envuelve toda la película, es ésta una de las operas primas más sugestivas que se han visto en mucho tiempo en las pantallas. La clave está muy clara y obedece simplemente a que el director Piero Messina, curtido en el corto y en el documental, ha tenido como maestro a uno de los cineastas más brillantes y notables surgidos recientemente en el cine italiano, Paolo Sorrentino, autor de títulos tan destacados como 'La gran belleza' y 'Un lugar donde quedarse'. Como ayudante de dirección suyo, Messina ha heredado buena parte de sus virtudes, especialmente unas cualidades narrativas peculiares que aportan a las imágenes una entidad sorprendente. De ahí que la cinta se presentase a concurso en el Festival de Venecia, donde obtuvo tres galardones, y que se erigiese en una de las sorpresas de la Bienale.

El realizador, por otra parte, ha sabido adaptar desde una óptica muy personal una obra del escritor Luigi Pirandello, concretamente 'La vita che ti diedi', que re expectativas insólitas a un relato que explora el interior del alma femenina a partir de recursos que adquieren paulatina consistencia, primero con unos silencios elocuentes y después con unas coincidencias que están más allá de lo esperado. El caso es que en este terreno tan complejo en principio se van configurando armonías que aportan al relato una gran coherencia. En este sentido la labor de la siempre interesante Juliette Binoche finales magníficos.

Con Sicilia como retrato de fondo, vemos la llegada a la isla de Jeanne, una joven francesa que ha sido invitada por su novio, Giuseppe, para pasar unos días en las vacaciones de Pascua. La visita, sin embargo, sorprende por completo a la madre del novio, Anna, que está todavía bajo el impacto del fallecimiento de un supuesto hermano en accidente. Para complicar más las cosas, Giuseppe no está en la isla, aunque su madre asegura que las convenciendo a Jeanne para que se quede con ella en la mansión familiar.