No es la carta de presentación esperada, ni mucho menos idónea, del guionista Dan Mazer y aunque es cierto que hay en ella momentos inspirados, especialmente unos minutos finales casi antológicos, no se oculta que estamos ante una comedia romántica muy menor que le cuesta superar los problemas de arranque y que solo cuando se gana a los personajes y conecta de lleno con el auditorio, que es bastante tarde, encuentra el punto de humor anticonvencional e incluso brillante que pretendía, en vano, desde el comienzo.

Colaborador del heterodoxo Sacha Baron Cohen, con quien trabajó en los guiones de Borat y Bruno, su decisión de debutar en la realización no ha sido todo lo relevante que sería de desear. Ha querido huir tanto de la comedia clásica romántica que ha sufrido en ese proceso percances propios de su escasa madurez y de su falta de sintonía con el género. Tampoco el reparto, con la excepción de la encantadora actriz australiana Rose Byrne, que incorpora a Nat, le ha ayudado demasiado en su tarea.

La historia de Nat, una joven ejecutiva muy capacitada, y de Josh, un escritor que trata de abrirse paso en el difícil mundo de la novela, da la impresión de ser en un principio algo parecido a un cuento de hadas y de hecho desde que se conocen hasta que contraen matrimonio todo parece ir sobre ruedas entre ellos. Sin embargo, algunos de sus familiares, amigos y conocidos, no lo ven tan claro y piensan que no durarán juntos ni un año.

Una profecía que, incluso, puede hacerse realidad apenas nueves meses después de la boda, cuando los síntomas de la crisis han empezado a cristalizar. En la misma tienen un papel destacado la exnovia de él, Chloe, que sigue queriéndole y no ha renunciado por completo a conquistarle de nuevo, como el cliente norteamericano de ella, el apuesto Guy, que ha sentido algo parecido a un flechazo con Nat sin saber que ella estaba casada.

Estos son los cuatro protagonistas de esta aventura romántica que carece en sus prolegómenos de la intensidad y de la capacidad de sugestión necesaria para romper esquemas, que es lo que pretende, y para sorprender al público.