Es imaginativa y a veces ingeniosa y aunque paga las consecuencias de un guión disperso y no demasiado coherente, fruto sin duda de que ha sido elaborado por cinco especialistas en la materia que van un poco cada uno por su lado, sus cualidades técnicas y visuales y, sobretodo, la calidad del diseño complacen a los espectadores menudos y no aburren a los adultos.

De esta forma la primera aventura de estos pingüinos, que formaban parte, en segunda fila, de la plantilla de la serie Madagascar y que ahora han recibido el honor de ser protagonistas de su propia saga, hay que reconocer que merece un aprobado alto. Ha contado, y eso se nota, con la experiencia de un realizador tan curtido en la materia como Eric Darnell, responsable de los tres largometrajes de Madagascar, y con el buen hacer de Simon J.Smith, que demostró cualidades innegables en la animación digital en Bee Movie.

Conscientes de que el grupo debía contar con cuatro miembros, en lugar de los tres que eran en principio, los estudios DreamWorks Animation incorporaron a los eficientes y simpáticos Capitán, Kowalski y Rico al benjamín Soldado, que tras superar su etapa de bebé consigue ponerse al alto nivel que le exigen sus compañeros. Convertidos en un comando operativo empeñado en acabar con aquellos que aspiran a hacerse con el control del planeta, los cuatro héroes deberán cubrir un itinerario muy complicado que les lleva desde la Antartida y la fascinante Venecia hasta Shanghai, Rio de Janeiro, el desierto de Gobi y Nueva York, para culminar en un Kentucky que les reserva el consabido enfrentamiento final con el villano de turno, el siniestro Pulpo Científico y su legión de octópodos siniestros.

Por fortuna, los pingüinos contarán en esta misión con una ayuda impagable, la de la organización Viento Norte, con el Agente Clasificado al frente y nutrida de animales de las regiones árticas con piel blanca, incluidos los zorros, el oso polar y los mochuelos. Con semejante respaldo es obvio que están preparados para impedir y acabar con la conspiración del perverso doctor Octavio Salitre.