No es muy brillante, pero ofrece más de lo que se suponía en lo que se planteó como un vehículo más de promoción. Algo que se agradece, sobre todo si no se comparte el entusiasmo hacia Justin Bieber de la práctica totalidad de los espectadores. Y esto es así porque se deja sentir el clima de familiaridad que rige no sólo en el seno del equipo humano, entre técnicos, bailarines y creativos, que le acompañan, también y es muy importante para este largometraje, la confianza que el protagonista del documental, el célebre y joven cantante canadiense, tiene con el director del mismo, un Jon M. Chu que ya le dirigió en 2011 en 'Justin Bieber: Never Say Never'.

Una circunstancia relevante y a tener en cuenta que permite una autoconfesión más íntima del personaje y que reine una indudable naturalidad en el plató. Se logra en este sentido que aunque el producto está pensado y concebido para los fans de Bieber, no resulte especialmente molesto o aburrido para quienes pretenden la utopía de conocer mejor al artista. Chu, además, no es un novato en el musical, ha dirigido 'Step up 2: Street dance' y 'Step up 3D' y eso se advierte con meridiana claridad en la puesta en escena de las actuaciones de Bieber en los números que se recrean de los conciertos, buena parte de ellos en el que tuvo lugar en la ciudad de Miami, que formaron su gira mundial de 2012.Con el considerable aliciente de que se exhibe en España en V.O. subtitulada.

En sus 92 minutos, 'Believe' nos presenta una parte de la intimidad de Bieber, que a sus 19 años está viviendo un proceso curioso de transición hacia la condición de adulto. Lo vemos tanto detrás del escenario, componiendo canciones y comentando cuestiones de toda índole con sus más allegados, como actuando en él, revelando la gigantesca parafernalia visual y auditiva de unos conciertos que denotan un despliegue de técnica asombroso y que suscitan el delirio y la locura de sus incondicionales, la mayoría adolescentes, que abarrotan las gradas del estadio.