Su mayor virtud, y tiene muchas, es que desprende buena parte del auténtico sabor de la India, introduciendo al espectador de una realidad social marcada por los privilegios y las diferencias de clases, es decir las castas, y haciendo hincapié en unas tradiciones que siguen pesando demasiado y que relegan el papel de la mujer en un entorno sexista y patriarcal. Un mundo en el que son fundamentales unos crematorios (que es la traducción del título de la cinta, 'Masaan'), que se acumulan en los ghats o escaleras que conducen al río sagrado por antonomasia, el Ganges, en el que se incineran los cadáveres.

Todo ello en el decorado urbano de Benarés, una ciudad sagrada que ha sido captada por la cámara del director Neeraj Ghawain con imágenes que no dejarán indiferente a nadie. Sin dejar de lado que es solo el segundo largometraje del director y guionista Neeraj Ghaywan -que debutó en 2013 con 'Shorts'-, una co-producción entre la India y Francia que llamó poderosamente la atención en el Festival de Cannes, donde obtuvo el premio de la sección 'Una Cierta Mirada' y el destinado al mejor director debutante.

Para efectuar este retrato convincente y repleto de sentimientos de un país de las características de La India el director ha contado con un factor fundamental, el guión de Varun Grover, que ha sabido entrar en territorios muy delicados son una capacidad de convicción notoria. Lo hace valiéndose de varios personajes, cuatro esenciales y alguno más en segundo plano, que es cierto que representan arquetipos pero a los que no les faltan destellos masivos de vida. Deepak es un joven de un origen pobre, pero con enorme fuerza de voluntad, que se enamora de una muchacha de rango muy inferior, lo que entraña una imposibilidad real de poder casarse con ella. Devi es una joven universitaria que osó desafiar las rígidas reglas sexuales de su entorno y que ha pagado por ello un precio desmesurado que no logra apartar de su mente. Su padre, Pathak. es un viejo profesor consciente de una realidad marcada por la corrupción que ha renunciado a cualquier pretensión ética. Finalmente, Jhonta es un niño huérfano que busca ansioso una familia que le dé cobijo y cariño.