Pone sobre el tapete, con inusitada honestidad y capacidad crítica, unos hechos reales acaecidos en la década de los noventa que vinculaban a la CIA con el narcotráfico y con la denominada Contra nicaragüense y lo hace con recursos narrativos solventes, enmarcados en el thriller, que contribuyen a que el auditorio se sienta involucrado en lo que está viendo. Le falta, no obstante, tensión dramática y unas dosis de suspense que habrían dotado a los fotogramas de un mayor poder de convicción.

Es aquí donde se dejan notar las influencias de la inolvidable Todos los hombres del presidente, que es el auténtico arquetipo de la especialidad. Pero con estos ligeros defectos, la historia del periodista Gary Webb y, en concreto, su admirable y peligroso empeño por sacar a la luz trapos sucios de una dimensión tan escandalosa, merece el elogio generalizado. Más aún si se repara, como cuentan los créditos finales, que el reportero perdería su vida años después de este caso en su deseo por seguir destapando la verdad.

Con el respaldo de dos libros, uno del propio Gary Webb y el otro de Nick Schou, el realizador de origen hispano Michael Cuesta, en la que es su quinta película, puede adentrarse en una auténtica selva de narcotráfico y corrupción administrativa que afecta a las altas esferas de la CIA.

Lo más sorprendente es que su vinculación al tema es producto de la pura casualidad, gracias a un «regalo» impagable de la novia de un «camello», una Coral Baca interpretada por la española Paz Vega, que le facilita la transcripción de una sesión del Gran Jurado que revela una evidente conexión entre los servicios de espionaje estadounidenses y el contrabando de cocaína procedente de Centroamérica. Reportero del modesto periódico San Jose Mercury News, los artículos sucesivos de Webb, enmarcados en la serie Alianza Oscura, lo convertirán en el profesional más popular y cotizado.