Su consistencia narrativa es indudable y contribuye, sobre todo en una primera mitad magnífica, a explorar un universo de la sociedad marcado por la impunidad y la corrupción que hasta ahora había quedado al margen en la pantalla. Es una consecuencia más del enorme impacto que ha causado en la sociedad nórdica el actual boom de la novela y el cine negro, promovido especialmente por el éxito de la trilogía Millenium.

Tanto es así que este género se ha erigido en la propuesta de moda en las cinematografías de unos países que apenas habían transitado por estos derroteros. Con la firme estabilidad que impone el director, un Mikkel Norgaard que solo había dirigido un largometraje previo, una comedia infantil, y curtido en la pequeña pantalla, la película logra tensionar a un público que se deja arrastrar con intensidad por una trama que no pierde nunca su capacidad de interesar.

Segunda novela de Jussi Adler-Olsen que se adapta al cine, de un conjunto de cuatro que forman la colección y de las que la prestigiosa productora danesa Zentropa ha comprado los derechos, es la primera que se estrena en Alicante, donde la primera, Misericordia, pasó por desgracia de largo. Se mueve en el plano del argumento y, sobre todo, en el formal y narrativo en los parámetros propios de la citada Millenium y del thriller norteamericano más escabroso, con referencias obvias a títulos como Seven y Zodiac, ambas de David Fincher.

El director ha sabido en todo momento apostar por las soluciones que mejor encajaban en esta especie de puzzle macabro que nos retrotrae 20 años para desvelar los entresijos de un crimen que quedó supuestamente resuelto. El punto de partida es la sede de la policía danesa y el inesperado interés del insatisfecho y rebelde agente Carl, al que siempre acompaña su colega de origen sirio Assad, por sacar a la luz el caso de un doble asesinato de jóvenes en la década de los noventa.

Teóricamente el asunto se resolvió y un tipo pagó prisión por ello, pero solo tres años y, además, unas increíbles coincidencias y el suicidio de un ex policía le conmina a revisar el tema y a escarbar en un material sensible en el que tres dirigentes daneses demostraron la impunidad con que se movieron gracias a sus cargos e influencia política.