Se dejan sentir ocasionalmente las virtudes narrativas de su director, Dennis Gansel, y ofrece estímulos evidentes en el marco del cine de vampiros, pero a pesar de ello uno prefiere otra faceta de la obra del cineasta germano, la que dio como fruto títulos tan espléndidos como 'Nápol'a y 'La ola'. Es más, no deja de resultar sorprendente que se hiciera con el Gran Premio del Jurado del Festival de Sitges, sobre todo porque es difícil ver en esta cinta más allá del producto comercial hábil y solo a veces brillante y con una privilegiada estética. Lo que sí se deja sentir es el profundo conocimiento de Gansel de la mitología del terror y más en concreto de la que nos lleva al terreno de Drácula y del vampirismo. Sus protagonistas, con ingredientes del personaje de Carmilla creado por Sheridan Le Fanu, son un grupo de tres vampiras lesbianas que se dedican a la buena vida en el Berlín de hoy, disfrutando de su amor y de fiestas cuando la noche acaba con los últimos rayos de sol. Algunas, especialmente la líder Louise, ha cumplido ya los 250 años y se siente una privilegiada por su inmortalidad.

Sin muchas cosas que aportar en su primera mitad, que tiene un poco inspirado acento descriptivo, la cinta adquiere su verdadero sentido y cobra vigor cuando aparece en pantalla la joven Lena, una delincuente de bajo calibre que es asediada por la policía y que llama poderosamente la atención de Louise, que se siente enamorada de ella. Por eso no dudará no sólo acercarse a ella, también en introducirla con su mordisco clásico en el estrecho círculo de sus íntimas compañeras. Y Lena, sin ser al principio plenamente consciente de ello, se dejará arrastrar y participará de lleno en los desmanes que llevan a cabo unas mujeres perversas y diabólicas empeñadas en pasarlo bien. El problema es que se pasan en sus excesos de sangre y ponen en guardia a la policía. Un factor este último que permite al director orquestar una sucesión de secuencias de acción realmente espectaculares, que son las que marcan la impronta de la película, muy por encima de algún toque poético y de un sacrificio repleto de sentimiento.