No espere una gran comedia ni un producto antológico, por supuesto, en el marco del género, pero tampoco se va a encontrar con un producto mediocre y, en absoluto, detestable. Se encuentra, incluso, en un nivel más que apreciable que despertó el interés y los elogios de una parte de la crítica norteamericana y que llega a las pantallas españolas con un injusto retraso de tres años.

Es más, reparando en el hecho de que es el debut como directora de la guionista Jennifer Westfeldt, que asume además, el papel de la protagonista, las cosas todavía tienen más mérito. Por eso es decepcionante que no haya realizado después, por lo menos hasta ahora, ningún otro largometraje. La jugosidad de los diálogos en algunos momentos y la visión que ofrece a menudo de la pareja en una serie de circunstancias específicas, sobre todo cuando llegan los hijos al hogar, merecían una continuidad.

Con un apoyo exhaustivo en las conversaciones, que llenan los 107 minutos de metraje, salvo cuando los planos de la ciudad de Nueva York subrayan las coordenadas geográficas y sociológicas en las que nos encontramos, se ha pretendido recrear, en efecto, el cambio profundo y elocuente que se produce en el seno de la vida en pareja cuando algo tan deseado, porque se busca conscientemente, como el nacimiento de un bebé se hace realidad.

Es un tema que tienen perfectamente presente los solteros Julie y Jason, que han sido testigos directos de esta metamorfosis en los hogares de sus amigos más íntimos, las parejas formadas por los ya casados Ben y Missy y Alex y Leslie. Aun así y a pesar de las tensiones de las que han sido testigos, no pueden evitar subirse al carro de la paternidad. Están llegando a los cuarenta y saben que no les quedan muchas oportunidades. Eso sí, lo harán a su estilo, de forma muy diferente. La principal base que deben respetar mutuamente es que no contraerán matrimonio y que tampoco se convertirán en pareja, de modo que solo efectuarán el acto sexual en función de su deseo de ser padres.

Una vez nacido el hijo, se repartirán la custodia sin necesidad de vivir juntos y hasta permitiendo que cada uno de ellos mantenga las relaciones que consideren oportunas con otras personas.