No es la comedia divertida, entrañable, imaginativa y solvente que uno desearía y, en realidad, ni siquiera llega a brillar como plataforma de lucimiento de la actriz Susan Sarandon, que hace una labor encomiable pero alejada de algunas de sus más conocidas y celebradas creaciones. La ganadora del Oscar en 1995 por ´Pena de muerte´, que obtuvo otras cuatro nominaciones a la estatuilla, sigue estando en buena forma física y profesional, pero no puede hacer milagros con un argumento que carece de los necesarios instrumentos para lograr sus metas.

La directora Lorene Scafaria, responsable también del guión, no ha salido airosa a la hora de sacar adelante su segundo largometraje, tras ´Buscando un amigo para el fin del mundo´, que se presentó con indudable generosidad en el Festival de Toronto. Lo más interesante de la cinta, y con algunas reservas, es el duelo a todos los niveles de madre e hija, es decir de Susan Sarandon con Rose Byrne.

La persona que diseña la directora no es otra que Marnie, la madre eficaz y optimista, aunque con algún que otro despiste siempre excusable, que trata de complacer a su hija pero también de cultivar sus ansias culturales y la organización de su ocio, después de la muerte de su marido. Cuando la película comienza hace ya un año del luctuoso suceso y Marnie ha decidido dejar Nueva York para trasladarse a Los Angeles para estar más cerca de su hija, Lori, una guionista eficiente pero algo inestable que no ha superado totalmente la ruptura con su novio y que tiene una asignatura pendiente con el tema de la maternidad. El problema es que Marnie tiene demasiado tiempo libre y una cuenta bancaria muy jugosa que le dejó su esposo para meterse en la vida de las personas de su entorno, alentándolas a casarse, y realizar actividades de voluntariado en el hospital local y convencer a jóvenes con futuro a que ingresen en la universidad. En fin, la radiografía superficial de una mujer que trata de sacar adelante una nueva vida.