El cineasta taiwanés Ang Lee aborda en su última película, "La vida de Pi", la extraordinaria aventura de un superviviente en medio del océano con ayuda del 3D, sobre cuyo futuro reflexiona el director en una entrevista con Efe en París.

"Nos llevará todavía un tiempo saber si es bueno o malo", reconoció Lee (Taiwan, 1954) respecto a las posibilidades que ofrece esa tecnología para el cine después de admitir: "todavía no sabemos mucho de la técnica en relación con las películas con actores reales".

Y eso porque el 3D que exhibe "La vida de Pi", ciertamente de manera no invasiva para el espectador, se ha utilizado sobre todo "con propósitos no vinculados con el arte", explicó el director de la oscarizada "Brokeback Mountain" (mejor director en 2005).

"La ventaja es que te permite abrir los ojos a nuevas sensaciones. Creo que abre las dimensiones de lo que se puede pensar y sentir. La profundidad que te da es motivadora", añadió Lee.

No obstante, la experiencia le permite decir que esta tecnología "tiene más cosas positivas que negativas. Pero también digo que somos nuevos en esto, no solo quienes hacemos cine, sino el público", agregó.

"La vida de Pi", basada en el libro homónimo del canadiense Yann Martel, narra la aventura de un joven que sobrevive a un desastre en pleno océano y entabla una inusual conexión con otro superviviente, un tigre bengalí, sobre un bote salvavidas.

La cinta es una de las favoritas entre los críticos para alzarse con una candidatura al Óscar a la mejor película y está protagonizada por Suraj Sharma, Irrfan Khan y Adil Hussain.

"El punto de partida es muy interesante: un fondo vasto pero en un espacio muy limitado, casi como un western", contó el director sobre esta cinta; "Drama de alto nivel en un espacio amplio", resumió.

Se trata de una historia "llena de desafíos y de pensamientos, es una película de pensar con elementos fantásticos. Creo que es una historia muy atractiva", dijo Lee, quien además reconoció el valor de que un estudio (20th Century Fox en este caso) "se gaste tanto dinero en algo tan arriesgado como esto".

Del rodaje, para el que se construyó en Taiwan un enorme tanque de olas con el que simular las condiciones que sufren los protagonistas en el océano, destacó las dificultades que plantea trabajar con tanta agua.

"Uno puede recibir consejos de gente que ha tenido las peores experiencias que se pueda imaginar y todavía es aún peor", aseguró antes de reconocer que fue en la postproducción cuando se le plantearon desafíos de otro nivel.

Se trataba del "¿cómo hago el final? Es alucinantemente difícil, cómo llevo el otro aspecto, el del pensamiento, a una historia fantástica que acabo de presentarle al público", dijo en relación con el reto que le planteaba conciliar el espectáculo con el mensaje.

El libro sobre el que se basa la cinta, un éxito de ventas mundial, ha sido elogiado hasta por el presidente estadounidense, Barack Obama, quien dijo de él que es "una elegante prueba de Dios".

La cinta aborda de nuevo, como en otras cintas de Lee, la importancia de los valores familiares y de la tolerancia, fórmula de éxito entre el gran público y al mismo tiempo arriesgada, de lo que es consciente.

"Hay cosas que uno tiene que evitar (...) puede quedarse corta o pasarse", opinó Lee sobre el resultado posible de una apuesta creativa que tenga en cuenta ingredientes como esos, pero prefiere meterse en historias así "sin poner condiciones" que prioricen de una u otra manera la visión personal, la elección del realizador.

Lee no sabe ciertamente por qué hace cine ni por qué lo dirige y solo se atreve a decir en los estrictos límites de una entrevista de promoción de siete minutos: "Hago películas porque creo que soy bueno haciéndolas, tengo el talento".

"Creo que las películas me dirigen más que yo dirijo las películas. De alguna manera quieren llegar a un público y me eligen, así lo siento. Una vez pasa así ya no tengo en realidad mucho más que decir".