Como es extremadamente discreto, a Daniel Day-Lewis le acompaña siempre una aureola de misterio, acrecentada por su fobia a las entrevistas y por alguna excentricidad conocida -como su retirada temporal en Florencia, para aprender el oficio de zapatero, la ruptura de su romance con la actriz francesa Isabelle Adjani, que llevó a cabo por fax, o su fama de extremadamente selectivo-.

El único actor no estadounidense que tiene en su haber dos premios Oscar rechazó hacer de Aragorn en la serie de los anillos, de 'Superman', de 'Batman', de 'Terminator' y hasta de 'El paciente inglés'. Algunas de estas propuestas se antojan absurdas teniendo en cuenta su seriedad, que ahuyenta de su filmografía cualquier apunte frívolo o muy comercial.

Es la razón por la que ha intervenido en tan sólo 20 películas en una carrera que ocupa ya tres décadas. Aunque apareció como adolescente en la legendaria 'Domingo, maldito domingo', en 1971, su trayectoria como actor adulto comienza diez años después, cuando se incorpora como secundario al reparto de 'Gandhi', donde se codeó con muchos viejos amigos de su abuelo, el productor sir Michael Balcon, cabeza visible de los extremadamente británicos estudios Ealing.

El éxito del filme independiente de Stephen Frears 'Mi hermosa lavandería' le abrió las puertas de ese circuito y le llevó a conseguir un primer premio de la academia estadounidense, por interpretar al artista y escritor discapacitado del filme 'Mi pie izquierdo' a finales de los 80. El segundo le llegó veinte años después, cuando encarnó al despiadado magnate del petróleo de 'Pozos de ambición'.

Entre tanto, se hizo imprescindible para Scorsese, con quien rodó 'La edad de la inocencia' y Gangs of New York; se casó con la hija de Arthur Miller, a la que conoció filmando la adaptación de la obra de teatro de su padre 'El crisol' y con quien tiene en común varios hijos, y años antes se había dado el gusto de demostrarse taquillero, gracias a 'El último mohicano', en la que aprendió a construir canoas con ramas y a despellejar conejos.

Ahora, este londinense nacionalizado irlandés, de 1,90 de estatura y miembro a su pesar de las listas de atractivos, tiene, a sus 55 años, la posibilidad de volver a arrasar en cuantas entregas de premios se le pongan por delante. A su 'Lincoln', llevado a puerto a las órdenes de Steven Spielberg, no se le puede poner un pero.

El cineasta ha elegido contar sus últimos meses como presidente, ocupado entre la guerra de Secesión y su deseo de abolir la esclavitud. El actor comparte con él estatura y edad, pero sobre todo la profundidad y el aire reflexivo que caracterizaron al presidente estadounidense más querido y admirado.