Debutó con sólo 16 años y se llevó el Goya. Ahora, con 27, la actriz madrileña María Valverde se estrena en Hollywood de la mano de Ridley Scott con 'Exodus, dioses y reyes', una superproducción rodada en España.

Más allá de su original belleza y del talento que ha demostrado en su interesante carrera, que inició a los 16 y va por su duodécimo año, lo que más llama la atención de María Valverde (Madrid, 1987) es la tranquilidad con la que pasea por el mundo; pisando fuerte, pero sin perderse el paisaje. En la mochila, un Goya adolescente, varios taquillazos como ´Tengo ganas de ti´ y su secuela, algunas series notables como ´La fuga´ y un romance ya finalizado con el actor del momento -Mario Casas-, que le ha permitido conocer la peor parte del éxito: la persecución de cierta prensa.

En cualquier caso, vive un momento excelente. Rueda ´Ahora o nunca´, su primera comedia -"¡por fin!", subraya-, a las órdenes de María Ripoll y al lado de Dani Rovira. Y estos días presenta ´Exodus: dioses y reyes´, la espectacular versión de ´Los diez mandamientos´ que ha filmado Ridley Scott en tierras españolas.

¿Cómo se sintió en medio de la maquinaria de Hollywood?

Nunca me hubiera imaginado que todo era tan grande y perfecto. Me sentía como una turista. Pasaba por allí como si no tuviera nada que ver conmigo, como si no formara parte del asunto. El primer día de rodaje me llevó Ridley a un lugar elevado desde donde se veían kilómetros de campos arados y donde había centenares de figurantes y me dijo que todo se había construido especialmente para la película. Me di cuenta de que son como magos: capaces de hacer lo que quieren.

Cuenta la génesis de un conflicto que, con sus idas y venidas, pervive: el del pueblo judío. ¿Hay cosas que nunca acaban?

Parece mentira que haya heridas que no se terminen de cerrar y hasta empeoren con el tiempo. Pero es así. La historia está llena de ejemplos. Lo desastroso es el dolor que generan.

Séfora, su papel, tiene peso. ¿Le fue difícil conseguirlo?

Es un personaje que no es largo, pero sí importante. La historia de amor con Moisés (Christian Bale) es la parte más suave del metraje en la que él se encuentra consigo mismo y con Dios. Logré el papel tras un proceso de casting. Fui pasando pruebas, hasta que tras una larga espera me llamaron para que me conociera Ridley Scott en Londres.

¿Qué buscaba en usted?

Que fuera capaz de representar distintas edades; en el modo de mirar, sobre todo, que no se notara mucha diferencia de edad con Christian Bale. Y que fuera capaz de ser dulce, pero con una gran fortaleza interior.

¿Le ha servido su entrenamiento en todo tipo de dramas, a lo largo de estos años?

Eso siempre está ahí, pero cada rodaje, y casi podría decir que cada secuencia, es un mundo. Lo que he aprendido es que no hay papeles pequeños, porque aunque estén muy bien perfilados como este, tienes que ofrecer su esencia en menos tiempo que si eres protagonista. Y eso es especialmente difícil.

Encarna a una mujer valiente que se arriesga a perderlo todo por amor a un extranjero. ¿Es un valor al que da importancia?

Me gusta el riesgo y, de hecho, lo pongo en juego a menudo. Juego para divertirme, pero también para explorar. Soy mucho más dura de lo que parece. Me juzgo mucho y tengo que aprender a quererme y a gustarme con lo que digo y con lo que soy. Me considero una mujer activa que tiene la necesidad de espantar el miedo a perder cosas o personas, que es algo que, a menudo, nos paraliza. Tener o no miedo es lo que nos hace parar o ir hacia delante. Cada uno tenemos nuestros temores, pero no podemos permitir que nos impida avanzar el hecho de poder perder lo conseguido.

¿Cree que ese miedo a perder lo logrado tiene que ver con la situación del país en estos días?

Es muy difícil que las cosas vuelvan a ser como fueron, pero hay que tener fe. Sobre todo, en la capacidad de la gente joven, sobre la que recae gran parte del peso. Deberíamos creer más en nosotros mismos. Tenemos talento, somos buenos, y no hace falta tenerlo todo para ser felices. Se pierde mucho tiempo mirando hacia atrás, y si lo utilizáramos en diseñar cómo queremos que sea el futuro, avanzaríamos más.

¿Se considera positiva?

Pero también me enfadan mucho la hipocresía y la falta de escrúpulos que conlleva todo lo que está saliendo a la luz y en particular cómo los corruptos asisten a la tragedia de que a alguien le echen de su casa porque no puede pagar una hipoteca debido a que sus circunstancias han cambiado, mientras ellos se llenan los bolsillos sin pudor.

¿Cree que a los actores se les sigue considerando ciudadanos instalados en el privilegio?

Si fuera así, sería sin razón. La mayoría de nosotros somos gente de abajo. Ganamos dinero por un trabajo, pero luego podemos estar un año sin volver a pisar un plató. Más de un tercio de lo ganado va para Hacienda directamente. Tenemos los mismos problemas que cualquiera.

Hay actores que afirman que Hacienda tiene especialmente señalado al colectivo, al que hacen muchas más inspecciones que a los demás.

No sé si es cierto. El hecho de ser personajes públicos hace que cuanto nos ocurra cobre una dimensión especial. Siempre estamos en el ojo del huracán. Es el reverso tenebroso de nuestra profesión, como lo de las persecuciones de los fotógrafos. Hay que llevarlo del mejor modo posible y, si se puede, con sentido del humor. Aunque a veces es imposible.

¿Se ha sentido en peligro alguna vez por una persecución?

De hecho, he llegado a comprender perfectamente que lo que le ocurrió a lady Di es algo que podría pasar con más frecuencia. Ese hostigamiento es real. He pasado miedo en esas persecuciones y lo digo en voz muy alta. Otras veces he intentado poner una sonrisa y vivirlo con naturalidad para que estos temas no afecten al día a día.

Cuando se trata de una pareja formada por dos actores de éxito, como lo fue la suya con Mario Casas... ¿todo esto se multiplica por dos?

Me imagino que sí. Como fue la primera vez, no puedo comparar. También influye que los dos estábamos en un buen momento en el cine y la televisión. Todo suma en un momento dado.

¿Le resulta muy curioso que cuando un gobierno pone contra las cuerdas económicamente al cine salga una cosecha especialmente notable?

Estamos demostrando lo que valemos en las peores condiciones, y me llena de orgullo por quienes formamos esta industria tan despreciada pese a todo el dinero que mueve y la cantidad de trabajo que da. También creo que el público, consciente de estos problemas, ha decidido solidarizarse con nosotros, volviendo a ver nuestras películas y valorándolas. Somos buenos con dinero y sin dinero. Lo que ocurre es que con más dinero habría más gente -joven sobre todo- que podría demostrarlo.

¿Cómo ve a los actores de su edad?

Fantásticos. Son jóvenes, están muy preparados y sólo cabe admirarles. A veces me inquieta porque cada vez salen más y mejores. Eso aviva la competencia, pero no hay pastel para todos. Faltan proyectos.

¿Después de Ridley Scott, ya no ve Hollywood como algo muy lejano?

Nunca he buscado nada de lo que tengo; siempre ha venido a mí. Así han ido surgiendo las cosas en mi vida. Quizá el único mérito está en saber decir que no a tiempo. Creo que no hay que tener una meta; hay que dejarse llevar un poco por lo que la vida te trae. Y es lo que hago. Si me sale trabajo en un lugar que no sea ni España ni Hollywood, allí estaré.

¿Qué tal se le da el inglés?

Pues, como la mayoría de los españoles, siempre creo que sé mucho más de lo que conozco en realidad. Creo que lo importante es tener morro, echarle mucha cara al asunto. No hay duda de que es muy difícil actuar en un idioma mientras piensas en otro. Pero es excitante. Decía que es exigente.

¿Alguna vez se ha plantado y ha dicho: "En estas condiciones no trabajo"?

Generalmente, me adapto bastante bien, pero sí que hay cosas que tienen que ver con el respeto y con el sentido común. El silencio, a la hora de trabajar, es fundamental. Pero mi momento vital no está en "por ahí no paso". Prefiero que me expliquen bien el juego para poder hacerlo mejor. Christian Bale, por ejemplo, tiene fama de ser el no va más del perfeccionismo. Pues desde el primer momento con él, en la lectura de guión en Londres, me sentí muy querida y respetada. En todo momento me hacía sentir bien y me preguntaba qué tal estaba y si necesitaba algo. Me protegía quizás porque veía que me esforzaba por estar a su altura, lo que no es nada fácil.

Empezó a trabajar con apenas 16 años, hace más de diez. ¿Se siente satisfecha de sus logros?

Mucho. He ido a mi ritmo; escuchándome sobre lo que quería hacer, y me he sentido bien en todo momento. Me gusta mucho mi carrera, estoy muy contenta. Si decidiera dejarla ahora mismo, para mí habría sido una carrera perfecta.

¿Qué actriz quiere llegar a ser?

No lo sé, de verdad. No me preocupa tanto llegar ser una gran actriz, pero sí una gran mujer. Mi vida personal es lo primero. Me gustaría ser como mi abuela, que formó una gran familia, con sus hijos y sus nietos cerca sentados alrededor de una gran mesa. Yo creo que ahí estará mi felicidad.

¿Cómo ha vivido el viaje desde su infancia en el madrileño Carabanchel hasta el glamuroso París donde ha trabajado?

Es algo anecdótico en el fondo. Si estoy en Madrid, estoy en Carabanchel, donde está mi familia, y el resto lo vivo como si fuera turista, sin dar mucha importancia a esas cosas. Nunca me he sentido inferior por ser una chica de barrio. Sí, en cambio, por ser joven y mujer en un mundo de adultos.

¿Cree que las características de la familia o del lugar en que se nace marcan diferencias?

Supongo que en algunos aspectos, pero no lo tengo del todo claro. A mi familia nadie le ha regalado nada, y a mí tampoco. Me ha enseñado a luchar y a esforzarme por conseguir lo que yo quería. Predica con el ejemplo. Siempre me ha hecho creer en mi potencial.

¿Era tan buena cuando consiguió el papel principal en ´La flaqueza del bolchevique´, siendo adolescente?

No tengo ni idea. Lo recuerdo todo como envuelto en una nebulosa; como algo mágico. Desde los ocho años he soñado con ser actriz y tuve la suerte de empezar de la mejor manera posible, sobre todo por Martín Cuenca, el director que me eligió, y por Luis Tosar, que fue como mi hermano mayor. Gente de la que aprender y mucho.

¿Cómo fue su primer día?

Por ejemplo, yo no sabía que detrás de una cámara había tanta gente. Me daba mucha vergüenza, pero cada cual estaba haciendo su trabajo y nadie estaba pendiente de lo que yo hacía o dejaba de hacer. Si es una escena de sexo, es aún más complejo, porque tienes inseguridades con respecto a tu cuerpo. Pero sigo creyendo que hay escenas en las que te tienes que abrir en canal y dejar fluir todos tus sentimientos, en las que el pudor es mucho mayor.

Y le dieron un Goya...

Fue maravilloso; un regalo. Como empezar la casa por el tejado. Me abrió muchas puertas y me las sigue abriendo, pero no es fácil para una niña de 16 años que el reconocimiento llegue tan rápido. Te hace creer que todo es fácil, y entender que no es así cuesta el doble. Además, sin que seas consciente, te pone el nivel de exigencia muy alto. Con el tiempo he logrado ordenarlo todo, pero aprender a relajarme me llevó años.

¿En quién se apoya en los momentos turbulentos?

Desde pequeña he rozado siempre la hiperactividad. Soy muy nerviosa en el sentido de que estoy en movimiento continuamente. Mis padres están acostumbrados a saber manejarme cuando no puedo parar y son las seis de la mañana. Ellos son, para mí, la base de todo. Me dan paz, me tranquilizan con el trabajo. Son mi talismán.

Antes se definía como una mujer valiente, a la que le gusta el riesgo. ¿De qué otros aspectos de sí misma se siente satisfecha? Se habla mucho de su belleza...

Busco la autenticidad. Eso tiene mucho más que ver con la belleza que un rostro perfecto. Sé que no soy una chica convencional, que tengo rasgos fuertes, como mi nariz. Lo que hace que alguien sea considerado bello es el carácter y quizá un rostro con personalidad. Yo hay días que me siento guapa y días que no, como todo el mundo, pero es importante ser fi el a ti mismo y saber qué tipo de persona eres. La belleza es relativa; depende de los ojos del que mira. Y por otro lado, ¡dura tan poco lo físico! Por eso es importante que haya belleza por dentro también.