La pequeña aldea de Ascaso, un núcleo ubicado en el Pirineo de Huesca con tan sólo siete habitantes empadronados y seis casas que todavía carecen de suministro eléctrico, inaugura hoy la quinta edición de la que llaman con orgullo sus promotores "la muestra de cine más pequeña del mundo".

Una muestra para la que ya está todo preparado y que este año quiere rendir un especial homenaje al cincuenta aniversario del estreno de 'La caza', del realizador aragonés Carlos Saura, con la proyección de su película en la peculiar sala de cine habilitada bajo las estrellas del Pirineo.

El equipo de voluntarios, indispensable para un festival con escasos recursos, ya han adecentado la calle Única del pueblo por la que llegarán invitados y espectadores hasta la era donde se ubica la borda rehabilitada junto a la que se habilitará la sala única de proyecciones, con un aforo limitado de 170 localidades.

Según explica a Efe Íñigo Tobes, miembro de la organización, la muestra cuenta este año con un presupuesto de 9.000 euros, dos mil aportados por la Diputación de Huesca, pero sobre todo con el trabajo de una veintena de voluntarios que trabajan de forma desinteresada por mantener vivo el festival.

Los patrocinios, la venta de camisetas, los donativos de los espectadores y el apoyo logístico del Ayuntamiento de Boltaña son, junto a la ilusión y motivación de todo el equipo, el resto de pilares que sustentan la muestra.

Todo empezó unos años atrás, como si de una broma se tratase, en una fría noche de invierno que reunió alrededor del fuego de una chimenea a un grupo de amigos y vecinos de Ascaso.

Esta estrategia comercial dejó un poso que ha superado las expectativas iniciales de los organizadores y que ha hecho de la cita una referencia para el "pequeño" cine independiente y un grito reivindicativo para reclamar atención respecto a las carencias de servicios en el pueblo.

En los años sesenta, Ascaso llegó a tener medio centenar de habitantes, pero la construcción de embalses y la falta de medios para vivir provocaron un éxodo hacia las grandes urbes que casi vació el pueblo.

Ahora son siete habitantes y un puñado de amigos que deben circular tres kilómetros por una pista sin asfaltar para llegar a Ascaso, pero el ansia de supervivencia y de reivindicar servicios no ha desfallecido.

Hace un par de años, una operación de 'crowfunding' consiguió reunir 5.000 euros de sesenta patrocinadores para la rehabilitación de la borda junto a la que se proyectan las películas que dan vida al festival.

Para la actual edición se han programado largometrajes como 'Rams', cinta islandesa que ganó la Espiga de Oro en Valladolid; 'Demain', un documental que habla de alternativas a la explotación que ganó un premio César en Francia; y 'O menino e o mundo', una película de animación brasileña que fue nominada a los Óscar.

Además del homenaje a 'La caza' medio siglo después de su estreno, el festival proyectará los dos últimos trabajos de dos directores de prestigio en el circuito independiente, Marc Recha y Jonás Trueba.

Este año Trueba se desplazará a Ascaso para presentar su producción, pero Marc Recha, con el que la organización había contado, excusó hace unos días su presencia al estar inmerso en el rodaje de una nueva producción.

Todas las producciones programadas, asegura Tobes, tienen una vertiente social y reivindicativa con el que la muestra quiere a su vez defender la subsistencia del pueblo y la llegada de servicios imprescindibles como la luz eléctrica.

La ilusión de los voluntarios ha permitido que los viejos huertos de Ascaso estén desbrozados para convertirse en un improvisado hotel de campaña que dispone de camerinos para los invitados, y que la blanca pantalla que acoge las proyecciones bajo las estrellas esté ya preparada para abrirse al mundo de los sueños.

Entre bromas y veras, a los organizadores les gusta decir que en varias de las sesiones de ediciones anteriores tuvieron que colgar el cartel de "no hay entradas", y lo cierto es que es así.