La relación de Uwe Boll con el cine es de amor y odio: amor porque hay quienes le consideran un genio incomprendido y cuyas películas son auténticas obras de arte, al más puro estilo de Ed Wood, y odio porque también están los que le consideran el 'peor director vivo'. El primer grupo lo engrosa el mismo Uwe Boll y, en el otro, casi el resto de todos los que han visto sus largometrajes. Así que no extraña que el realizador haya decidido retirarse del séptimo arte.

Tras alguna que otra polémica por sus adaptaciones de videojuegos ('Alone in the Dark', 'House of the Dead', 'BloodRayne' o 'En el nombre del rey', todas ellas con menos de 20 puntos en 'Metascore'), en los últimos tiempos el realizador de origen alemán había ralentizado su producción. Hasta que finalmente ha anunciado que su relación con el cine ha acabado, siendo 'Rampage: President Down', su última cinta. Aunque esta no es la primera vez que lo dice.

En una conversación con el 'Toronto Metro', Boll dijo que "el mercado está muerto". Además, el director aseguró que "ya no hago ningún dinero con las películas puesto que, en todo el mundo, el mercado del DVD y Blu-ray se ha reducido un 80 por ciento en los últimos tres años. Esa es la verdadera razón. Yo, básicamente, ya no puedo permitirme el lujo de hacer películas".

Además, Boll, que se ha autofinanaciado sus propios largometrajes en los últimos tiempos, añade: "Es una pena. Yo estaría dispuesto a hacer películas, pero no es económicamente rentable, así de simple. Con la edad, no puedo ponerme ahora a hacer cine estudiantil", dice el director, que ataca el sistema poniendo ejemplos. "Mi película 'Asalto a Wall Street' era mejor que 'Wall Street 2', de Oliver Stone. Tiene más investigación detrás, está mejor escrita, pero no tiene a Michael Douglas", se lamenta.

"Mi última película no es 'Jason Bourne' o cualquier película de mierda en el que las cosas saltan por los aires", comenta un Uwe Boll que está cabreado porque, añade, sus películas "son reales".

De esta forma, en vez de seguir dirigiendo, Boll centrará su tiempo en su pequeño negocio de distribución de películas y su restaurante, que se puede encontrar en Vancouver. Un restaurante, esta vez sí, aclamado por la crítica, al parecer.