El Real Madrid se conjura con el Bernabéu

El equipo blanco busca el triunfo ante el Bayern que le coloque en la final de Wembley

Imagen del entrenamiento de ayer del Real Madrid.

Imagen del entrenamiento de ayer del Real Madrid.

Fermín de la Calle

Si el Real Madrid se mirase en el espejo, no encontraría en la Champions un equipo más parecido que el Bayern de Múnich. Un club aristocrático que colecciona títulos y cuya camiseta opera en los rivales un efecto intimidante y en los suyos dispara las prestaciones por encima de las expectativas.

Se trata, por tanto, de un duelo entre dos equipos que se profesan un respeto forjado a lo largo de los años y de innumerables enfrentamientos. Este del Bernabéu será el 28º en Copa de Europa, con 12 victorias madrileñas, 11 bávaras y 4 empates. El encuentro de hoy, tras el 2-2 de la ida, es una final. Un desafío para dos equipos con ataques quirúrgicos, pero con una diferencia notable en defensa, donde un Madrid castigado por las lesiones ha superado ese déficit blindando el área de Lunin con el compromiso coral. Los blancos han recibido 22 tantos en Liga, mientras el Bayern encajaba 41 goles en la Bundesliga.

Carlo Ancelotti espera un partido con intensidad y ritmo ofensivo y defensivo. “En esto último pudimos hacer mucho más allí para tener el control. Tenemos jugadores de calidad y rápidos arriba. Somos los dos equipos más peligrosos de Europa en ese sentido”, afirma.

Tuchel, un estajanovista que exprime la pizarra y no ha perdido nunca en el Bernabéu tras jugar con el Dortmund, PSG y Chelsea (salió victorioso con los blues), ya ganó la partida en la ida a Ancelotti cambiando de banda a los extremos y metiendo por dentro a Guerreiro en lugar de Goreztka.

El alemán también augura “un partido vivo, en el que habrá diferentes fases, serán como olas que vamos a tener que surfear. Ambos tendremos que defender, sufrir, dominar... Trataremos de mantener el balón, pero los dos somos buenos en las transiciones rápidas. Hemos de tener fe en nosotros. Es un partido sin táctica porque el que gane va a Wembley”.

Ancelotti es el madridista que más respeto, “preocupación y un poco de miedo” le tiene al partido. Pero nadie está más ilusionado que él por alcanzar la final. De lograrlo, habrá coronado una temporada superlativa con un equipo de autor que, sin ser la mejor plantilla ni la más equilibrada de Europa, ha llegado a lo más alto en la Liga, y ahora está a dos pasos de hacerlo en la Champions. Así retrata a quienes criticaron en el inicio del curso el juego del equipo, al calor de los comentarios que brotaban de la zona noble del Bernabéu.

Lunin estará en la portería con Carvajal y Mendy en los laterales y Rudiger en el eje de la zaga acompañado de Tchouaméni, con más números, o Nacho. Es la única duda en un once en el que en el medio estarán Kroos, Valverde y Bellingham, con Camavinga o Tchouaméni, si decide poner a Nacho en defensa. Y delante, Rodrygo y Vinicius. Más que sorpresas, las novedades tendrán que ver con la disposición táctica, ya sea un 4-4-2 o un 4-2-3-1. O ambos, porque Ancelotti este año apuesta por un Real Madrid mutante para surfear esas olas por las que pasan los partidos, de las que habla Tuchel.

El técnico alemán, por su parte, podrá contar con De Ligt, que no estuvo en Múnich, y que entrará en eje de la zaga por el surcoreano Kim Min-Jae, señalado al fallar en el gol de Vinicius y cometer penalti sobre Rodrygo. Atrás estarán Kimmich y Mazraoui en las bandas y Dier completando la pareja de centrales. Por delante, Laimer podría jugar junto a Goretzka, o el serbio Pavlovic, y una línea de tres con Gnabry, que desplazaría a Muller, Musiala y Sané, con extremos a pie cambiado cuando lo estime oportuno, y Kane en punta.