La fresa es sin duda una de las frutas más vistosas. Su rojo intenso encierra un montón de propiedades nutritivas y un gran sabor. La primera cualidad de esta fruta es que aporta más vitamina C que los cítricos: 100 g de fresas son suficientes para cubrir las necesidades diarias de esta vitamina. Curiosamente, es más ligera incluso que los cítricos: no más de 35 kcal/100 g, lo cual la hace perfecta para cuidar la energía de la dieta.

Pero es que además contiene sustancias como el ácido elágico, con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que en teoría ayudan a la prevención de enfermedades y a paliar problemas como la artritis o el reuma. De hecho, hace ya unos cuantos siglos se consideraba la fresa casi un alimento medicinal.

Sin llegar a tanto, es cierto que es ligera, diurética, laxante y que tiene dichas propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Por cierto que favorecen también la higiene y salud dental. Estas propiedades no desaparecerán si se toman con nata, pero sí aumentará la cantidad de calorías y de grasas saturadas. Mejor optar por el zumo de naranja o el yogur, que, aparte de ser más ligeros que la nata, son más digestivos.

- Las fresas deben prepararse con poca antelación para no perder sus nutrientes, y no deben lavarse ni manipularse demasiado. Un chorrito de vinagre o zumo de limón hará que queden más jugosas.

- Son una perfecta pareja del chocolate: pruebe unas fresas cortadas y maceradas con un poco de azúcar y zumo de limón con un chorrito de chocolate líquido, elaborado con chocolate negro y un poco de leche. Delicioso y apto para las arterias más delicadas.

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