En numerosas ocasiones comes alimentos que realmente no contienen los ingredientes que crees. Pero gran parte de los consumidores no son conscientes de ello, o no quieren serlo.

"Dar gato por liebre", es una expresión utilizada cuando se ofrecían platos con liebre, aunque en realidad se trataba de gatos. Lo que se hace entonces es ofrecer un producto de mala calidad, pero fingiendo que es de buena. De este modo, los supermercados consiguen engañar a los consumidores haciendo uso de esta técnica. En otras ocasiones lo que se hace es cambiar la fecha de caducidad de los productos, es decir, se cambia la etiqueta y los consumidores no se darán cuenta de este fraude.

Los zumos que se encuentran en los supermercados son en su mayoría néctares. Es decir, aunque al consumirlos pienses que estás comiendo fruta, no se ajusta a la realidad. Se trata de néctares que contienen azúcar y agua, pero apenas contienen fruta. Así que lo que se debe hacer es mirar detalladamente el porcentaje de fruta que contiene.

Otro de los alimentos con los que debemos estar muy atentos es la miel. Lo que nos venden en los supermercados no es miel natural. No se trata de ese producto sano y completamente natural, que muy pocos siguen fabricando. Para comprobar si es natural tal y como creemos, existen algunos métodos como poner un poco de miel en la cuchara y si no se escurre significará que es natural. También se puede comprobar si introducimos un poco de miel sobre agua, y si se deshace y no se mantiene prácticamente compacta descubrirás el engaño.

El queso rallado que encontramos envasado en los supermercados y que se utiliza para gratinar, en verdad no es queso. O al menos no del todo. Se trata de un producto con grasas vegetales en lugar de grasa láctea. Como medida para evitar este fraude se puede comprar un trozo de queso y rallarlo posteriormente, aunque bien es cierto que será mucho menos económico.

El jamón de York también es otro alimento que suele ser carne de fraude. Y es que, aunque creemos que estamos comprando jamón cocido, lo cierto es que no es así. El jamón de York se trata de un fiambre derivado de la carne de cerdo. Es de menor calidad que el jamón cocido, por eso también será más barato. Así que habrá que estar muy atentos en el momento de realizar la compra.

La carne picada que ya viene envasada genera dudas de su calidad desde el principio al ver la diferencia de precio que existe con la carne que no está envasada. Pero, además, es que la Organización de Consumidores y Usuarios ha detectado en alguna ocasión carne de caballo en hamburguesas envasadas en los supermercados.

Con los pescados también es muy frecuente que se compre una especie concreta, aunque lo que te vendan sea otra. Lo vemos por ejemplo con la caballa y el verdel, o las zamburiñas y las volandeiras. También curioso es el caso de las anillas de calamar. En lugar de adquirir calamares, en muchas ocasiones lo que te llevas a casa es pota, otra especie que suele ser más dura.

Consejos para consumidores

-No lanzarse a comprar los productos que veamos más baratos, y confiar en las grandes marcas.

-Mirar detalladamente los ingredientes que contiene cada producto.

- Mirar la fecha de caducidad de los productos.

-Comprar preferiblemente alimentos enteros y evitar los que ya estén triturados.