En perro flaco todo son pulgas. No soy muy de refranes, pero... Como sabemos, Jordi Pujol ha pasado de hombre de Estado a fullero que nos engañó a todos porque vemos en él a otro bribón que amasó tal cantidad de dinero que sólo puede ser por asuntos de corrupción, bueno, menos para Felipe González, dama retirada en su planeta dorado que sigue dando por saco en este.

Pues bien, al perro Pujol le salió otra pulga que se llama Adelina, la bruja del huevo. Veo atónito la historia que cuenta Susana Griso -premio Joan Ramón Mainat, FesTVal, Vitoria- en Espejo público, e incluso consigue la exclusiva de hablar con la señora, una galleguiña que se codeó con el ex Honorable cuando éste se enganchó a sus predicciones, que la charlatana ve escritas en los huevos.

Me explico. Llega el cliente, se sienta, Adelina coge un huevo -no el del cliente sino de sus gallinas- se lo pasa por el cuello, por los hombros, recorre otras partes del cuerpo al tiempo que dice, literal, romero, romero, saca lo malo y deja lo bueno. Después rompe el huevo. Si sale normal, el cliente no tiene nada. Si al romperlo el huevo sale negro, bendita sea Adelina, el mal de ojo y cualquier otro, hala, se esfumaron. Le gustó tanto la performance al ex President que se llevó a la bruja hasta Barna. Para hacer fortuna con ella, el muy catalán.

A Adelina le daba 150 euros al día, pero el muy cabrón cobraba 300 por cliente. Cuando Adelina se enteró del chalaneo lo dejó plantado. Como dijo Susana, a Pujol le salían los huevos negros. ¿Se imaginan a Pujol sentado mientras la otra le pasa el huevo por el cuello? Novelistas, la realidad es insuperable.