Pablo Iglesias le pasa como a los cerdos. De ellos todo se aprovecha. Del líder de Podemos, también. Se aprovecha lo que dice cuando se pone frente a quien le pregunta, y se analiza al milímetro cuando es el quien se pone a preguntar, como hace en Otra vuelta de tuerka -véase en Youtube-.

En la última entrevista llevo a Iñaki Gabilondo a su austero plato, de negro riguroso y elegante iluminación, sin más artificio que una mesa entre ambos, sillas, y unos vasos de agua. Estoy, dice el político entrevistador, intimidado. Quiere decir que Iñaki le parece un peso pesado, es casta buena del mejor periodismo. Iñaki le contesta que el esta allí con una gran dosis de curiosidad por ver que pasa porque es la primera vez que le entrevista el secretario general de un partido.

La conversación transcurre por los cauces normales. Es decir, pregunta, respuesta, uno escucha, otro habla, no hay tensión, ni agresividad, se respira paz. Pero ojo, que nadie se engañe, escuchando a los conversadores, el educado encuentro no es un chupeteo de colegas. Iñaki Gabilondo, sin levantar la voz, discrepa, acentúa, matiza, recuerda, pide al joven político que no irrumpa en la sociedad como un elefante en una cacharrería, y que le molestaría que el encarnizamiento impidiera el entendimiento.

Pablo Iglesias alabo el que Iñaki Gabilondo, en sus entrevistas, jamás mirara un papel. En la entrevista que me hizo Ana Pastor, recordó Pablo, estuve a punto de decirle que dejara de mirar papeles y lo mirara a él porque ´perder el contacto visual´ es muy molesto. Pablo miro a Iñaki, y no uso papeles. Temblad, periodistas, si no sale por el norte saldrá por el sur.