El 19% de audiencia es el que te hace sin mucho esfuerzo doña Susanna Griso, reciente premio Joan Ramon Mainat del Festival de Televisión de Vitoria, en Espejo público cada mañana, y el 5% es al que apenas llega España directo en las tardes moribundas de La 1. Como saben, a este velatorio ha llegado Roberto Leal después de dejar el espacio vivo de Antena 3. Claro que va en la condición humana el mejorar, pero una piensa que se mejora cuando se va a mejor, no cuando casi sabes que vas a ir a peor. Cualquiera sabe en este país que España directo es un burro perdedor.

Desde que empezó hace años y lo presentaba Pilar G. Muñiz, fue un espacio sin fuste, sin esa mínima garra que hace interesantes los programas. Supongo que recordarán que era la época en la que enviaban por media España a un puñado de equipos móviles con reporteras que parecían adiestradas para el baile y la performance. Mientras contaban la tontuna que tuvieran que contar (eran conexiones para ver la crecida de un río, para ver la nieve en la sierra, para ver las olas en el mar, para ver el agujero que había dejado la tormenta en una carretera comarcal), las reporteras parecían ser atacadas por el mal de San Vito, porque en cuanto la presentadora les daba paso desde el estudio, empezaban a mover las manos, a moverlas de arriba abajo, a moverse ellas, a desplazarse seguidas por la cámara, a mover la cabeza, en fin, a dramatizar la pendejada de la que tenían que hablar.

Otra sección importante, y de la que nació Roberto Leal, fue el recorrido por restaurantes de todas las capitales españolas. Se metía en la cocina del restaurante y nos enseñaba cómo hacían allí el arroz con bogavante o las pochas con salsa verde y bacalao. Luego, popularizando el gesto, Roberto se despedía de Pilar probando el plató y moviendo los dedos de la mano en círculo mirando a la cámara. Nunca fue España directo un programa arrebatador.

Es más, siempre fue un programa que, en vez de aclarar, enmascaraba. O sea, el mundo podía hundirse en ese momento, pero España directo estaba a lo suyo, hablando de la feria de un pueblo. ¿Cómo es el España directo al que han vuelto Roberto Leal y Sandra Daviú, también arrebatada de Antena 3? Casi peor. Es un muestrario de sucesos y corazón. Es decir, todo lo contrario de lo que debe de ser una televisión pública. Entre el criminal que abusaba de criaturitas pequeñas en Ciudad Lineal, en Madrid; el cumpleaños del crimen de Asunta Basterra, la niña cuyos padres son los únicos arrestados como sospechosos de su muerte, y un día a día que en el lado oscuro no deja de engordar, están en racha.

El corazón es la sección de Sandra, una guinda que corona un programa que, más que atraer, repele y avergüenza. Enfrente, si miramos a laSexta, una cadena muchísimo más pequeña que la televisión pública y, por tanto, con menos recursos, emite Más vale tarde, que presenta Mamen Mendizábal. Ese magacín está vivo porque recoge en el momento lo que pueda ocurrir en el país. Y le moja la oreja tanto a España directo como al programa que le precede, el de Toñi Moreno, T con T, otra huevada cuyo único mérito es haber sustituido al infame Entre todos, donde la Toñi daba saltos de alegría cuando un pobre soltaba 50 euros para ayudar a otro desgraciado, aunque ella se embolsaba 1.400 euros por programa.

En resumen, que Roberto Leal quizá haya accedido a España directo pensando que es una caca, pero una vez dentro de TVE su futuro puede cambiar. No sé, no sé.