Si tuviera problemas de sobrepeso, es decir, si estuviera como una foca, si me salieran las lorzas por las cartucheras, desparramadas como el queso fundido, también dudaría si me pondría o no en manos del 'Doctor Romero'. Así se llama el programa de ayuda para solucionar los errores de alimentación, sedentarismo, y pasotismo corporal que emite La 1 la noche del miércoles. Lo presenta Nicolás Romero, médico y periodista, según leo. El doctor no está solo. En esta tarea de adelgazamiento, siempre de dos en dos, es decir, siempre acude al programa una pareja, colaboran Paula Butragueño, preparadora física, e Isabel Oroño, sicóloga. Se aplica, según la enfática advertencia en la web de RTVE, el método HADA -hábitos, actitudes, decisiones y auto-cuidado-.

'Doctor Romero' es un formato nuevo, pero parece visto mil veces. Supongo que no será fácil innovar en este tipo de productos, y quizá ni siquiera haya que hacerlo. Durante el programa hay una parte fundamental, la intervención de amigos y familiares de los "gordos", que les recuerdan lo que ya saben, que así no pueden seguir, que les va en ello su salud, y que tienen que tomárselo en serio. La preparadora física y la sicóloga hacen de preparadora física y de sicóloga, con sus ejercicios personalizados y su charlita personalizada para cambiarles el coco y ver que la actitud es fundamental. Pero a mí el que me mola es el doctor. Es un sieso. Y no sé por qué, pero su cara me recuerda a no sé qué personaje de 'Los Simpson'. El detalle, que podría animarme a acudir al programa si estuviera hecho un hipopótamo, me tira para atrás. No me gusta cómo da en pantalla. Ni cómo habla, ni cómo explica las cosas. No me da confianza. Cosas mías, ni caso.