Bienvenidos a la mejor aventura culinaria jamás contada, dice en la cabecera del espacio su presentadora, Paula Prendes. Mal, chica, mal. Mal empezamos engañando. Sobre la cocina en televisión es imposible a estas alturas decir que algo no se ha contado.

Hemos visto la mierda acumulada hasta el paroxismo en restaurantes que, quizá, alguien haya comido, hemos visto cómo los dueños del negocio, a las órdenes del cachondo Alberto Chicote han llorado de emoción con los cambios hechos al comedor después de haber limpiado y, en ocasiones, desratizado las instalaciones, hemos visto la transformación del dulce guapito Jordi Cruz en MasterChef en ogro avinagrado e incluso maleducado en la última edición del programa de La1, hemos visto a Arguiñano cocinando chorizo mientras hablaba de los maleantes de la política.

Es decir, en programas de cocina lo hemos visto todo. Así que menos lobos, jovenzuela. Cocineros al volante es otro de cocina en La 1, que sí, que se guisa en cocinas de apenas unos metros, sobre ruedas, sobre furgonetas adaptadas, es decir, eso tan de moda que se llama food truck, la cocina ambulante de los feriantes de toda la vida, pero ni siquiera el viaje gastronómico por España es novedad porque lo mismo hemos visto en Un país para comérselo -con Juan Echanove e Imanol Arias , con Ana Duato, con Francis Lorenzo -o Cocina2 , con Sergio y Javier Torres , los gemelos Torres, también de la productora Shine Iberia, la misma que MasterChef y Cocineros al volante , donde Iñigo Pérez y Álex Alcántara hacen de jurado. Pero el resultado es desigual. La mecánica se hace pesada. Pero tal como está La 1 podría ser peor.