A ver, ¿recuerdan que les hablé aquí un día del estreno de una cosa llamada 'Algo pasa con Ana' en Dkiss, una de los últimos regalos del Gobierno a empresas de televisión que han montado chiringuitos con programas que dan vergüenza, sarpullido, comprados en el mercadillo de los jueves a las cadenas yanquis, que los venden a saldo, y cuando se ponen a hacer producción propia les sale este 'Algo pasa con Ana' para descubrir que con Ana no pasa nada porque el gran truño sólo interesa a una audiencia residual. Uno no es un lince, pero tiene olfato. Lo que haga o no Ana Obregón hoy ya no es negocio en televisión. La misa del domingo o la prédica de un imán en los programas religiosos de La 2 los ve más público que este engendro donde la señora Obregón flipa.

Está claro que estos productos, donde celebridades, aspirantes, ególatras, y gentes de variado pelaje juegan a enseñar su día a día, bajo guión y estandarte de los productores, no tienen nada que ver con su día a día, pero igual que el insufrible y aburridísimo 'Las Campos', mamá Teresa, e hija Terelu, tenía algún punto de conexión con la realidad, lo de Ana Obregón es tan falso -¿ha terminado ya?- que no sólo aburre sino que insulta. Dkiss, que apostó por esta tontería, de la mano, atención, de Globomedia, se estará tirando de los pelos. Si Globomedia, la productora de trabajos como 'El intermedio' o 'Águila roja', quería abrirse a otro tipo de productos, está claro que eligió no mal sino peor. Dijo la bióloga que «tengo derecho a que me conozcan de verdad». Y la audiencia, querida, a dejarte con tus delirios. Nada pasa con Ana.