Porque sale en la tele. Seguro que esa ha sido la razón gorda que ha manejado la luz de la mañana, el lumbreras de turno que guía al «nuevo PSOE» hacia el precipicio. Si es verdad que Antonio Miguel Carmona el Tertuliano se postula como candidato a la alcaldía de Madrid, como muestra de renovación y brío, van listos.

Es diputado en la Asamblea de Madrid, economista, opinante profesional -Telecinco, T VE, Telemadrid, Intereconomía, La Sexta-, y es el que dijo que su discurso era teledirigido y que sí, que había metido a gente en los medios de comunicación. Si el señor Antonio representa la renovación del PSOE, y nada menos que para hacerse con la alcaldía de la capital del país, lo del arrebatador Pedro Sánchez es mera operación biquini, o mejor, un medido paso por el quirófano para rebanar la papada colgandera de Rubalcaba. Pura imagen.

Antonio Miguel Carmona se defiende del ogro Pablo Iglesias diciendo que sí, que él es de la casta de los que apoyan la sanidad pública, de la casta de los que luchan por la educación pública y gratuita, de la casta de los que están al lado de los más vulnerables, y así. Pongo este ejemplo de diatriba con el líder de Podemos como símbolo de que a Carmona no hay dios que se le resista.

Sale, como él, en la tele, y controla los tiempos, se ajusta al ritmo endiablado que se marca desde el pinganillo, y tiene labia para opinar de lo divino, lo humano, y lo paranormal, es decir, que Antonio Miguel Carmona podría ser uno más de la nave del misterio de Íker Jiménez.

Y no desentonaría. Pero no nos vendan el cuento de que esta peña es el cambio generacional y otras tontunas.