Se le va la pinza a Antonio García Ferreras con el juguete que le dieron en La Sexta la noche del 20D, la de las últimas elecciones. Como a los críos, lo que más ilusión le hace es un chisme electrónico. A Ferreras le dieron una calculadora para que hiciera cuentas políticas con el «pactómetro». Como no hubo gobierno claro, por más que Rajoy diga que él es el enviado del cielo, la maquina te dice qué pasa si sumas los diputados del PSOE con los de Podemos y los de IU, los del PSOE con los de IU y Ciudadanos, o los del PP con... Bueno, los del PP con los del PP.

El pactómetro es una solemne tontería, pero queda monísima, molona, y te hace una mayoría parlamentaria en segundos. A Ferreras le encanta jugar con el chisme. Y los de Polònia, el programa de humor de TV3, han visto tajada y lo han incorporado a sus desternillantes personajes.

El pactómetro para formar gobierno se ha convertido en «errejómetro» para ver los apoyos que tiene en Podemos Íñigo Errejón o, ya en éxtasis, en el «zampómetro» para calcular lo que zampa al día el falso Ferreras, que interpreta el actor Cesc Casanovas.

El gag lo vi en ´Al rojo vivo´, presentado ese día por Cristina Pardo -puso en aprietos en La Sexta Noche a Cospedal, que balbuceó respuestas tronchantes sobre el borrado en el PP de los discos duros de Bárcenas-. El trabajo del actor roza la excelencia. Entra en un delirio de gestos a cámara, y en un ir y venir de manos abiertas como panojas de pescado, que por un momento no supe si era el original o la copia. Me pasa igual con Mariloli I de la Mancha, a la que hay que someter al «sonrisómetro» para medir la cantidad de mentiras que esconde su sonrisa.