Hace unas fechas, al día siguiente del estreno en Cuatro de Todo va bien, el de humor tronchante que sólo disfruta -por contrato- el equipo, y sobre todo los presentadores y arrimados, titulaba esta columna Todo va regular ya que a veces uno se queda con esa impresión del primer día donde los engranajes están frescos, hay muchos nervios, y a veces olvidamos desde casa el inmenso trabajo de arrancar un programa en directo, y diario.

Por eso, en vez de soltar lo que me pedía el cuerpo, algo como que todo iba mal rebajé el tono y se quedó en que todo va regular. Al cabo de los días, más rodado, me acerco de nuevo y me sigue resultando un fiasco, no me divierte ese tipo de humor, no me río con las carcajadas estentóreas, y fuera de lugar del presentador, Xavi Rodríguez. Lo malo, lo peor, es que parecida sensación tiene la mayoría del público.

Algo no va bien cuando los refritos de El Intermedio, recordemos que Todo va bien se emite a la misma hora, hacen más de un diez por ciento de audiencia y el programa en directo de Cuatro apenas supera el tres. No sé lo que aguantará la cadena estos pésimos datos, pero o corrigen y enderezan, o el invento se hunde.

Llama la atención, porque siempre hay algo que funciona, que funcione justo lo que no pasa en el plató sino en la calle. Coco tiene una sección desternillante dando bromas por teléfono en las que, con cámara oculta y gracias a un gancho, vemos cómo la vive la víctima. Javier Abascal defiende a la perfección uno de los clásicos, el reportaje surrealista e hilarante. Pero estos hallazgos no bastan. En el resultado global, todo va peor.