El pasado siempre vuelve, aunque sea en forma de fantasma, como en Hamlet. La noche del martes revolotearon los fantasmas por el plato de Antena3 convocados por la voz de Gloria Lomana, directora de los noticiarios de la cadena acompañada para ocasión tan, tan crepuscular por Paco Marhuenda, capaz de escribir su nombre como director de un hilarante periódico sin apenas pisar la redacción y no disimular su bulto braguetero y dividido - ¿a quién amo mas, a Rajoy, o al otro?- , y Victoria Prego. Obsérvese la finísima selección ideológica, devenida en miembros de comparsa.

Preguntaron con suave cortesía lo obvio, las preguntas de ‘rabiosa actualidad’, pero dejaron escapar al pájaro. Aun así, José María Aznar contesto más de lo que los periodistas querían saber, es decir, contesto lo que él tenía pensado contestar.

Los fantasmas siempre vuelven, decían en Los Simpson, aunque seguro que Bart no ha leído a Shakespeare en su vida. El fantasma de Ánsar ha vuelto muy vivo. Que se lo pregunten a Mariano Rajoy, que esa misma noche sentiría el canguelo de su presencia rondando por La Moncloa.

El fantasma de Ánsar se mostro como el Ánsar de carne y hueso, hosco, rabioso, egocéntrico, mesiánico, alimentando planos de televisión con un rostro nada amable, con un mensaje amenazante no para el gran público sino para los suyos, es decir, el mensaje de un tipo sin escrúpulos que practica la despiadada y fría deslealtad del carroñero. Su imagen en televisión siempre me resulta desagradable. Ni con los focos de la Gürtel que iluminaron la boda de su chiquilla tiene remedio. Retratar fantasmas fanfarrones es muy complicado.