Señor Romero, ¿usted de dónde es? Porque la Wikipedia dice que de Cardona y de Manresa...

Estoy empadronado en Cardona, pero el hospital donde nací está en Manresa. En 1974 no se asistían partos en Cardona.

Y ahora sí...

Ahora, tampoco. Vamos, que prácticamente todos los de Cardona hemos nacido en Manresa.

Pongámonos serios. Berto Romero sigue con nosotros. Que no se ha ido, vaya.

Algunos lo pensaban... Aunque uno haya hecho muchas cosas antes y después, si en un momento dado haces televisión y dejas de salir, la gente se cree que has desaparecido, que estás en la indigencia, o que has caído en la droga... Me resulta muy curioso, porque en realidad yo he estado cinco años en la tele, muy bonitos y muy intensos, pero sólo cinco, y es alucinante cómo te marcan. Luego, esa frase también tiene mucho sentido en relación con el mundo del espectáculo. Es lo que les decían a los chicos de Operación Triunfo : «Sigues con nosotros». Y ellos se ponían muy contentos, cuando todo el mundo sabía que los echarían a la semana siguiente. Esto muy del mundo del espectáculo: tu última función es lo que vale.

¿Huye de la actualidad?

La actualidad es más para programas de tele o de radio.

¿Se conoce bien a sí mismo?

Bueno, sí, creo que eso sí lo he conseguido. También porque yo mismo soy uno de los temas que más me interesan...

Sin egocentrismo, claro...

Desde luego que es egocentrismo. Aunque se trata más de hablar de lo que sabes. Yo no he sido nunca un actor al uso, siempre he trabajado desde un personaje que soy yo mismo. Lo bueno y lo malo de mi personaje es que responde a mi propia personalidad, aunque luego intento llevármela a donde quiero, porque al final lo cierto es que trabajas con la mentira. Godoy, que es uno de los clásicos del monólogo que quedan en activo, tiene un espectáculo, Verás que todo es mentira, donde hace una disertación muy interesante sobre este asunto. La mentira es el material más bonito que tiene el cómico para trabajar. Es tan bonita que incluso muchos que no son cómicos trabajan muy a gusto con ella. Bueno, Godoy diferenciaba entre mentir y engañar. Mentir es fantasear, fabular, crear... Engañar es intentar hacerle daño a otro.

Permítame incomodarle un poco. Uno, que a veces entrevista a actores y gente así...

¡Qué oficio más duro tiene usted!

Bueno, la costumbre anestesia... Algunos de esos actores serios ponen en solfa a los monologuistas...

Sí, en este terreno no están muy delimitadas las parcelas, de modo que convive en el mismo espacio gente del teatro de toda la vida y otros que han llegado desde muchos sitios: de la televisión, del stand-up comedy... Y claro, la convivencia es cerrada. Entiendo que haya quien se sienta molesto, pero al fin y al cabo se trata de una cuestión de mercado, todos intentamos alimentar a nuestros hijos. Y además, tal y como está de vapuleado ahora el teatro, al que yo quiero y respeto, cuesta mucho levantar una obra como debe hacerse, resulta más fácil llevar a un tipo con un micrófono. Yo me siento un poco hermano de todos, y si alguien no me considera a mí igual, tampoco pasa nada, sólo que no vendrá a la comida de Navidad.

¿Es usted bueno en su oficio?

Tampoco tengo mucha perspectiva para hablar de mí, porque como soy yo mismo... A ver, yo es que siempre he sido un poquito outsider... Empecé haciendo unas cosas, y luego vino lo de la tele y me beneficié de ello, evidentemente. Pero creo que sí ofrezco algo que está un poquito más trabajado „es lo máximo que mi modestia me permite decir„ que lo de algunos otros humoristas. Hago música, algo escenas un poquito más teatrales... Tampoco me veo yo hablando de mi calidad, sí de que tengo la inmensa suerte de que, después de tanto tiempo, todavía hay una buena cantidad de gente que se lo pasa bien conmigo y viene a verme. Y creo que es gente que tiene un nivel de exigencia alto.

Por lo que sabemos, este nuevo espectáculo suyo nace de una crisis de los cuarenta, que usted todavía no ha cumplido...

Pero ya la preveo... No, en realidad es una actualización de mí mismo. Llevaba mucho tiempo con un monólogo, casi 15 años, y al final me di cuenta de que tenía que cambiarlo incluso por una cuestión de higiene, porque aquello ya no era mío, lo había escrito un tipo que tenía veintitantos años. He cambiado los temas de los que hablo, las canciones, el montaje... Y ya me vuelvo a sentir cómodo. Pero la propuesta es muy parecida a la que hacía: salgo e intento romper las barreras con el público, de manera que parezca que no hay nada preparado, cuando en realidad está todo milimetrado.

¿No hay absolutamente nada de improvisación?

Muy poco, es más una simulación de improvisación que otra cosa. Me dejo una parte para crear yo en el escenario, pero más para pulir alguna cosa del propio espectáculo, en el sentido de que hay fragmentos que crecen y otros que menguan...

Si puede milimetrar la improvisación, el público es muy previsible...

La gente se ríe de las mismas cosas. Además, yo voy puliendo el espectáculo y va quedando lo que mejor funciona en todas partes.

"El fracaso es un trauma y hay que pasar un duelo, pero es muy bueno cagarla de vez en cuando"

¿Cuáles son los resortes de la risa?

Gran misterio. Y prefiero no teorizar demasiado, porque todo se volvería muy frío.

Para trabajar un texto tendrá que conocer siquiera parcialmente esos resortes...

Intento partir de cosas que me hacen gracia a mí. Y que el tema no esté muy trillado, o, al menos, que el enfoque sea diferente... No hay una fórmula mágica. De hecho, cuando alguien cree que tiene la fórmula, todo resulta más impostado.

O viene el palo.

O viene el palo, efectivamente.

Hablando de palos, ¿cómo reaccionó usted ante el fracaso de El programa de Berto?

Bastante bien. Y ése no fue el único. De hecho, yo empecé en televisión fracasando estrepitosamente. Lo primero que hice fue para TV3, ´El gran què´, y sólo se hicieron dos programas... Después pasó también en El programa de Berto , y pasó en la incursión de Buenafuente en el prime time de Antena 3 [Buenas noches y Buenafuente]... Son momentos traumáticos, porque tienes que deshacer equipos de gente que trabaja con mucha ilusión. No hay que negarlo, supone un trauma y hay que pasar un duelo, es cómo perder a una persona querida. Pero, desde ahí es desde donde aprendes. Igual que encima del escenario aprendes cuando la gente no se ríe: es el momento en que tienes que echarle agallas, apretar los dientes y tirar palante. Es muy bueno cagarla de vez en cuando. Tampoco mucho, ¿eh?

¿Algún trabajo más por ahí?

He hecho un papelito en una película, Tres bodas de más, que se estrenará en diciembre, y otro en una serie de Antena 3, Con el culo al aire... Me van llegando algunas propuestas así que me llaman mucho la atención, porque es la última arista de mi personalidad artística que no había trabajado a fondo.

¿También está usted muy enfadado?

¿Y quién no? Pero yo, como soy cómico, disfrazo el cabreo de co- media.

Lo que seguro que no hará son bromas con lo del independentismo catalán...

No, porque la verdad es que estoy muy cansado. A veces me levanto cansado de ser catalán. Me gustaría ser catalán, pero de un perfil un poco más bajo. Yo en el tema este nunca me pronuncio, nunca me ha interesado. Evidentemente, yo vivo en Cataluña, y si la gente quiere algo, yo lo aceptaré, por supuesto. Pero más allá de eso, para mí es algo que les está pasando a los demás.