"Somos cualquier cosa menos un telediario". Así define Alfonso Merlos los informativos que presenta en 13 TV, en los que "con análisis y opinión" y "sin tregua" intenta ser responsable con la audiencia porque está convencido de que los periodistas no pueden "esparcir basura a la opinión pública".

Merlos, que reflexiona sobre los medios y su trayectoria en una entrevista con Efe, parte del convencimiento de que la audiencia no lo justifica todo, aunque sostiene que "casi siempre tiene la razón" y cuando determinados formatos o presentadores "no cuajan, es simplemente porque hay un pueblo soberano" al que no convencen.

PREGUNTA: La información llega de la mano de "Al Día" en 13 TV ¿Qué distingue a su informativo?

RESPUESTA: Ahora mismo los informativos de todas las cadenas son telediarios al uso y lo que a nosotros nos distingue es que somos cualquier cosa menos un telediario. Puede parecer muy chocante, pero eso significa: hacer un programa de actualidad, contando noticias, con análisis, con opinión, sin tregua, sin reservas y sin complejos, con una línea editorial muy clara en la que la objetividad y la equidistancia no es lo más importante, sino la honestidad y el producto elaborado en el que creemos.

No creemos en un programa de actualidad en el que un presentador se tiene que poner a leer noticias, tiene que aportar algo más, y ese valor analítico, opinativo y de compromiso es el que nosotros ofrecemos.

P: En su carta de presentación, el programa asegura que pivota sobre una línea editorial fuerte ¿deben posicionarse políticamente los periodistas?

R: No creo que los periodistas tengamos que posicionarnos políticamente porque los que nos dedicamos a ser periodistas no tenemos carnés de ningún partido, por lo menos yo nunca he tenido, ni tengo ni voy a tenerlo. Ahora bien, todos tenemos nuestros principios, nuestros valores, nuestra ideología, y tú puedes optar por callar todo eso y ofrecer información fría. O por el contrario, puedes dar información caliente que vaya tamizada por todos esos principios y por tu compromiso. Nosotros hacemos lo segundo porque creemos que es más honrado, más honesto, más creativo y más auténtico, aunque tiene el riesgo de que los espectadores que no comparten tu forma de pensar y salgan de tu cadena en un momento determinado. Sin embargo, tiene una grandísima ventaja, y es que todos los espectadores saben quién eres tú, dónde estás y cómo piensas.

P: ¿La audiencia lo justifica todo?

R: La audiencia no lo justifica todo, no justifica lo que tú puedes considerar que es ilegal o inmoral emitir. Hay cosas que tienen que ver con el morbo y el espectáculo y dan audiencia. Pero la audiencia no lo justifica todo porque como periodistas tenemos una responsabilidad y un compromiso social y no podemos estar esparciendo basura a la opinión pública. Eso diría muy poco de nosotros porque significaría que pensamos que la opinión pública no merece ningún respeto.

Ahora bien, creo que casi siempre tiene la razón. Cuando hay determinados formatos, productos o presentadores que no cuajan, es simplemente porque hay un pueblo soberano -en este caso espectadores- que entiende que eso no le convence. Por lo tanto, cuando hay algún programa que sí funciona, entiendo que es porque la audiencia da por hecho que hay un valor añadido y que sí le está aportando algo.

P: ¿En qué medio se siente más cómodo?

R: Creo que al final todos los medios son compatibles y que está muy equivocado quien en el año 2013 diga yo soy un periodista de periódico, de radio o solo de televisión. Creo que ese profesional está muy equivocado, estamos en un entorno muy complejo, muy exigente en el que los ciudadanos consumen información a media mañana desde la oficina, a mediodía si van a su casa; por la noche, si tienen un rato, escuchan la radio... Y a veces, hay determinados periodistas que a los ciudadanos les gusta tener en todos los formatos. Yo me siento cómodo en todos los medios.

P: ¿Por qué los ciudadanos no ven con buenos ojos a los periodistas?

R: La respuesta es facilísima. En primer lugar, porque los ciudadanos creen que hay una clase de periodistas, que no les interesan para nada, y que se dedican a comentar cuestiones frívolas del corazón y cotilleo, que merecen mucho menos aprecio que lo que puede estar haciendo un abogado, un ingeniero, un arquitecto, un maestro o un militar.

Además, entienden que hay una segunda clase de periodistas que están vendidos y que defienden al PP o al PSOE. Y cuando esos ciudadanos van a leer una columna, escuchar la radio o ver la televisión y se los encuentran, ya saben lo que van a decir y les merecen muy poco aprecio.

Por tanto, o hay periodistas cotillas o periodistas vendidos o muy poquita cosa más. Y si me pides que me decida, puntúo de manera muy baja y el resultado es que casi todas las profesiones aparecen por encima de la de periodista.

P: ¿Cómo ve el estado de salud de la televisión en España?

R: Lo veo bien y mal. Mal, porque creo que tendría que haber una menor concentración de empresas informativas. Con una concentración, un duopolio o un oligopolio, es muy difícil que la pluralidad se abra paso.

Bien, porque al final la televisión es gratuita y uno puede elegir entre 19, 25 ó 30 canales y, por lo tanto, tiene un grado de soberanía y de disposición con lo que quiera hacer con su tiempo, que a lo mejor en prensa o en radio no lo tiene.

P: ¿Cómo describe la situación actual del periodismo?

R: Ahora mismo el periodismo está siendo víctima de una doble crisis. En los medios de comunicación públicos debido a la restricción del gasto público, que hace que se ofrezca un servicio de calidad inferior al estar gastando menos dinero.

Y en los medios de comunicación privados sucede algo similar. A nosotros no nos financian los poderes públicos, pero es verdad que en la medida que las empresas han tenido problemas de ingresos enormes, el mercado publicitario se ha debilitado y los recursos en las empresas informativas privadas han perdido potencia y la calidad del producto que ofrecemos se ha ido resintiendo.

Eso ha sido un proceso de los últimos seis o siete años que se ha ido agravando año a año. Ahora, probablemente estamos en ese punto de inflexión en el que podemos revertir esa tendencia, podemos tener algo más de dinero y podemos hacer productos de una mayor calidad. Esta no es una concepción materialista, es una concepción realista de cómo funcionan los medios: si uno no dispone de recursos materiales y humanos que sean de un nivel elevado, el resultado del producto que ofrece nunca puede ser de un nivel elevado.

P: ¿Hacia dónde van los medios?

R: Yo creo que los medios están en un punto de reflexión, de incertidumbre, de zozobra, de deliberación sobre cómo pueden sobrevivir ganando dinero, siendo rentables y, al mismo tiempo, ofreciendo un servicio público y de calidad. Este es un equilibrio muy complicado; los mercados se están fragmentando brutalmente, los medios de comunicación tradicionales han desaparecido como tales, todas las radios y las televisiones están en las redes sociales y las audiencias están en las redes sociales, lo que quiere decir que la publicidad también está ahora mismo en las redes sociales y, por tanto, creo que los medios tendrán que definir muy bien qué producto quieren hacer y dónde quieren comunicar.

Es un momento de exploración y, por consiguiente, es muy pronto para sacar conclusiones sobre dónde vamos a ir (...) Es un momento en el que también hay que arriesgar y para buscar resultados diferentes a los que hemos obtenido en los últimos años en los medios -no muy buenos en términos generales-, hay que hacer cosas distintas.