Durante las cuatro temporadas anteriores de ´Pesadilla en la cocina´, en las que ha desvelado y corregido las malas prácticas de decenas de establecimientos de hostelería a lo largo y ancho del país, jamás se había visto algo así. Albert Chicote había temido por su salud, ya sea por las malas condiciones de salubridad de los locales o por ser sus nervios puestos a prueba hasta niveles extremos. Pero no porque un cocinero al que está tratando de ayudar a mantener su puesto de trabajo estuviera a punto de agredirle.

Esto fue lo que sucedió en el último programa, el de la noche del pasado jueves. El equipo de ´Pesadilla en la cocina´ se trasladó al madrileño Restaurante Baltias. En él, el jefe de cocina es Ronal y al parecer, su labor no estaba siendo lo suficientemente buena como para sacar al restaurante de la crisis en la que estaba sumido.

Chicote, al que ya se le conoce su temperamento y su contundente forma de expresarse, rasgos que sin duda le han dado la fama de la que ahora disfruta, buscó una reacción en Ronal. Lo hizo apelando a su corazón, muy efusivamente, tanto que agarró al cocinero y le señaló en el lado izquierdo del pecho.

Este inesperado contacto físico puso nervioso a Ronal, que le apartó las manos a Chicote y le advirtió en varias ocasiones que no le tocara. Chicote, testarudo, volvió a la carga y Ronal reaccionó empujándole violentamente, respuesta sin duda fuera de lugar y que ocasionó una trifulca que tuvo que ser detenida por el resto de integrantes del restaurante.

Lejos de disiparse esta tensión, Ronal y Chicote vivieron más momentos de enfrentamiento. En un momento dado, sus rostros estuvieron a un palmo de distancia, ya que se encararon.

Pero Chicote ejerció sus dotes empáticas y logró que el chef del Baltias le confesará el porque de su ánimo a flor de piel: Ronal está perdiendo visión, y el trabajo que tanto ama se le está haciendo cada vez más complicado.