La serie Águila Roja acaba de regresar a la televisión arrasando en cuanto a audiencia se refiere. Sin duda, el atractivo del guión para el gran público y los actores protagonistas tienen gran parte del mérito, pero nada sería posible sin unos secundarios a la altura, a veces incluso por encima. Uno de ellos es Eliana Sánchez, la reina Mariana de Austria.

El pasado lunes se estrenaba en La 1, después de unos meses en la nevera, la quinta temporada de Águila Roja. Y la entusiasta acogida del público a la serie de Globomedia respondió con creces a las expectativas: 5,3 millones de espectadores y un 26,9% de audiencia. Águila Roja, como es bien sabido, es una historia de aventuras temporalmente situada en el siglo XVII, durante el reinado de Felipe IV, el Rey Planeta. Acción, aventuras e intrigas palaciegas nutren, por lo tanto, esta ficción televisiva, protagonizada, además, por un buen punado de actores populares encabezados por David Janer, y a los que esta temporada se suman Loles León y Carlos Areces, además de la colaboración especial de Julia Gutiérrez Caba como Laura de Montignac e intervenciones episódicas de Marta Etura y Mónica Cruz.

Ficción, decíamos. Evidentemente, ¿qué otra cosa podrían ser las aventuras de un ninja en la España de hace cuatrocientos años? Sin embargo, eso no impide que el marco histórico también está presente. En buena parte, queda fijado por la relación publica entre el monarca, Felipe IV (el siempre impecable Xabier Elorriaga), y su sobrina y segunda esposa, Mariana de Austria, un papel que poco a poco ha ido ganando cierto peso en la trama y que veremos evolucionar a lo largo de la misma, muy bien defendido por uno de esos estupendos secundarios (de reparto, se empeñan en decir ahora los partidarios del eufemismo) que, aunque para muchos pasen a veces algo desapercibidos, tan imprescindibles son y tanto lustre dan al audiovisual español. Secundaria, en este caso: Eliana Sánchez.

¿Cómo evolucionará su personaje en esta nueva temporada?

Hasta ahora, la reina era una persona preocupada por la corona, obsesionada por darle un heredero sano, y preocupada por las infidelidades de su marido... Todo seguirá siendo así, pero el personaje empieza a sacar un poco los pies del tiesto y a tomar la iniciativa en determinadas tramas. Tampoco puedo contar mucho, como podrás comprender.

Comprendido, que pasa de ser una sufridora a una intrigante...

Exactamente. Empieza a tomar la iniciativa y a tramar... Creo que un poco para defender lo que es suyo, teniendo en cuenta que no es capaz de asegurar la descendencia y encima el rey se dedica a sus amantes.

Cualquier parecido con la realidad...

(Ríe.) Bueno, la corona pesa. Estamos hablando de otros tiempos, pero pesa. Desde luego, el papel de la mujer en el siglo XVII no es comparable al de ahora...

Le habría ido de perlas ser monárquica para representar este papel...

No lo soy. En lo personal, es un personaje muy alejado de mí. Lo que le preocupaba a ella no es, desde luego, lo que creo que preocupa a cualquier mujer del siglo XXI. Tampoco creo que la monarquía represente ahora lo que representaba entonces.

¿Por dónde se acercó a este personaje tan alejado de usted?

Como mujer. Una mujer que pierde a un hijo sufre igual, sea una reina o dependienta de un centro comercial. Como esposa que sufre porque su marido tiene amantes, como madre a la que se le murieron varios hijos y, encima, el único que sobrevive será Carlos II el Hechizado... Quise entenderla como mujer y no juzgarla, porque, si lo hiciera, se convertiría en mi enemiga. De modo que intento comprenderla como persona y defenderla.

Ese marido infiel es un rey del siglo XVII, y el amor en esa época, y menos en esos círculos, no era lo mismo que ahora...

Claro, a esa mujer la criaron para cumplir el objetivo de asegurar una descendencia. Pero eso también es duro, porque, aunque te eduquen para eso, ¿dónde queda el lado afectivo?

Nadie puede vivir en la ausencia total del amor, y entre eso y la muerte de los hijos sufriría lo suyo...

La endogamia siempre ha sido cosa mala...

Claro, y ella se caso con su tío, un hermano de su madre. Y ya venían cruzándose entre ellos durante generaciones. Además, él le llevaba más de 30 años. Entre unas cosas y otras, ella se fue apagando, convirtiéndose en una persona más gris y mas... Pero bueno, en la serie no estamos en ese punto.

¿Llegará algún día?

No lo sé, la verdad. Ahora estamos en el momento en el que su hijo, el que será el Hechizado, es todavía un bebe. Esperemos que haya próximas temporadas, pero, incluso así, no se por donde llevaran el argumento.

Felipe IV, su marido, es Xabier Elorriaga. En mi opinión, un lujo.

Sí, me encanta trabajar con él y espero que los dos tengamos larga vida; pero no sé hasta dónde van a llevar el personaje de la reina.

Está claro que la serie es ficción y busca audiencia, pero, de todos modos, ¿no cree que personajes históricos como el suyo podrían dar mucho más juego?

Creo que el primer merito de Águila Roja fue abrir el campo de las series de época. Fue la primera que hizo esa apuesta, en este sentido fue puntera, y decidieron abordarlo desde la ficción y las aventuras. Desde luego, se respetan los datos conocidos de la vida de los reyes. Los guionistas ficcionan sobre la parte oculta: sus relaciones personales, la vida domestica, las tramas palaciegas... Son respetuosos con el marco histórico en lo que se refiere a los reyes, no con el resto, claro.

¿Comparte esa opinión tan generalizada (y repetida) de que la verdadera calidad del audiovisual hoy en día está en las series, antes incluso que en el cine?

Bueno, el cine y el teatro han tenido mucho más tiempo de desarrollo que la tele, que en realidad es un medio joven. De todos modos, creo que en la televisión se están haciendo grandes series, en España y fuera. Quizá habría que ser más selectivos, pero al final el público es el que manda.

¿Está segura?

Ha habido series muy buenas con poco público, y viceversa. Está claro que en la televisión lo determinante son los niveles de audiencia.

Luego los proyectos se construyen pensando en atrapar a mucha gente aunque no exija demasiado...

Se puede aunar ambas cosas, calidad y repercusión. Si es cierto que el éxito de audiencia no implica necesariamente calidad del producto, pero al fin y al cabo estamos hablando de trabajos, de negocios, y es lógico que busquen una rentabilidad. Si hablamos en general, creo que desde hace unos anos estamos en un proceso de cambio. No se hacía qué, pero cambiamos, y en el teatro, el cine y la televisión se ve muy bien.

¿Cuándo triunfará usted definitivamente como actriz?

¿Qué es triunfar? Me encantaría elegir trabajos. Para mí, un triunfo seria vivir de lo que me gusta, seguir creciendo como persona y jubilarme dignamente. Saber que cada paso que doy me lo he ganado yo es un triunfo. Llevar cuatro anos en Madrid y seguir aquí, sabiendo el esfuerzo que me está costando, es un triunfo. No hay papeles grandes y pequeños, hay buenos y malos actores. Para mí el triunfo es poder hacer lo que me gusta cada día. Es una cuestión de compromiso conmigo misma. El día que esto no me haga ilusión...

¿Volverá a la fisioterapia?

No lo sé, pero si tengo claro que mi compromiso es conmigo misma. Quizá podría seguir por otros caminos, porque también escribo, doy clases de interpretación...

¿Qué escribe?

Pues he escrito una obrita de teatro y estoy ahí, a ver si la saco, y un guion para un corto, que intentare dirigir.

También es docente en sectores especiales...

Sectores que yo creo que deberían normalizarse de una vez por todas en el cine, el teatro... , ya que en la realidad convivimos con gente ciega o que va en silla de ruedas.

Sí, pero somos hipócritas como nadie en el reino animal.

Las cosas no se cambian de la noche a la mañana, y aunque en algunos aspectos damos pasos hacia atrás, ese retroceso no será definitivo, basta echar un vistazo al siglo XX para saberlo. Hay que pelear.

Al igual que la reina, que empieza a pensar que ya está bien de poner la otra mejilla...

Bueno, empieza a tener carácter, a preguntarse qué está pasando y a marcar su territorio.