Con cinco años, la coruñesa Carla Gómez entró por primera vez en una clase de música. Antes de eso, aunque sus padres la veían siempre tarareando, nunca había tocado un instrumento. Probó varios y se quedó con el clarinete, que ya había escuchado y del que le había gustado el sonido. El pasado domingo, con ocho años, fue la ganadora absoluta del Concurso Internacional de Clarinete de Praga, con una calificación de 99,7 puntos sobre 100. Se presentaba en la categoría de 13 a 15 años, puesto que los organizadores del certamen consideraron que su nivel es muy superior a su edad, y superó por casi diez puntos al segundo de esa franja. Ese 99,7, además, la convirtió en ganadora absoluta, una nota que superó incluso a músicos profesionales de hasta treinta años que se presentaban en otras categorías.

Su profesor, Xocas Meijide, de la Escuela de Músicos de A Coruña, achaca la clave de su éxito a una predisposición innata, combinada con una "sensibilidad humana y musical" fuera de lo común. "De ella destacó el talento, y sobre todo, su capacidad de sacrificio y humildad, de adulta". No recibe una formación diferente a la de los demás niños de su edad, y tampoco se considera de forma diferente por tocar el clarinete como una adulta, pues "lo último que se siente es más que nadie".

El año pasado Carla alcanzó dos primeros premios en A Estrada y Ourense en la categoría de mayores de doce años, y un tercer puesto en un certamen celebrado en octubre pasado en Italia. Sin embargo, la competición en el certamen del pasado fin de semana, al que acuden intérpretes de todo el globo, era un reto de otro calibre, y su propio profesor no contaba conque fuera a ganar este certamen. Antes de subirse al escenario, la niña estaba muy nerviosa. Pero la propia Carla cuenta que, cuando se puso ante un jurado de nueve músicos europeos, americanos y asiáticos, para tocar una pieza de Mozart que había escogido ella misma, estaba "cómoda y relajada. Cuanto toco, no estoy en tensión". Tocó y ganó.

¿Qué va a hacer en un futuro? Su madre no lo tiene claro. "Tampoco nos hacemos ilusiones, puede cambiar de opinión y dejar la música. Nosotros no la obligamos a tocar y no tiene horarios. Es súper responsable, algunos días toca dos o tres horas y otras ninguna porque también tiene el colegio y las otras actividades, pero le gusta llevar las cosas preparadas", cuenta su madre, Marisú Iglesias. Pero Carla tiene claro que va a seguir con el clarinete y que, de mayor, va a ser profesora de música. Por dos motivos. Uno, porque le "encanta". Y dos, porque "por supuesto, si empiezas una cosa, tienes que acabarla".