Más de cinco décadas avalan la trayectoria interpretativa de Beatriz Carvajal, que en este momento se encuentra de gira con Los diablillos rojos, una comedia creada por Eduardo Galán y el psiquiatra Arturo Roldán, que recrea dos casos de psiquiatría basados en hechos reales. La función, que llegará al teatro Colón este sábado 25 de junio a las 21.00 horas, supondrá el regreso de Carvajal a la primera ciudad que pisó en su primera gira como actriz.

-Su personaje en la obra es Toñi, una de las pacientes.

-Toñi es una enferma de soledad y, por esa soledad, su mente le ha desarrollado una enfermedad que la hace fantasear con la compañía, y esa compañía la encuentra en unos diablillos que ella dice que ve y que le hacen ser muy feliz. Es una obra llena de humor y también de amor, que al final puede con todos los problemas mentales.

-¿Tomó contacto con la Toñi real para preparar su papel?

-No, lo que sí ocurrió es que Arturo Roldán, el psiquiatra que trasladó a Eduardo Galán estos dos casos, el mío y el que interpreta Javier Lago, vino a uno de los ensayos. Él nos contó un poco cómo desarrollan estos personajes su enfermedad. Por lo visto, lo que tiene Toñi es una histeria simple, y las mujeres histéricas basan mucho su enfermedad en la sexualidad, por eso desarrolla unos diablillos que la hacen gozar.

-Esta obra tiene un carácter humorístico, pero las historias tienen tintes dramáticos.

-El drama de estos personajes se puede tratar con humor porque precisamente hay muchas cosas que se tratan con humor para poder soportarlas. Y eso es lo que ha hecho Eduardo Galán. No es una obra de carcajadas, el público ríe y también se conmueve.

-¿Algún paciente que haya sufrido la enfermedad de su personaje le ha trasladado su opinión sobre la obra?

-La verdad es que no se me ha dado el caso, lo que sí me he encontrado mucho ha sido a mujeres que me preguntaban dónde se podían encontrar esos diablillos. Sí ha habido psicólogas que han visto la obra y han dicho que era muy real y habían visto casos como estos y mucho peores.

-Los protagonistas de la obra son dos pacientes y dos médicos. ¿Con quién empatiza más el público al final de la función?

-Lo que creo es que, por las reacciones que tiene la gente, no es que empaticen más pero, digamos que a la gente le gusta ver un futuro a las historias que se les están mostrando. Cuando al final de la obra se ve por dónde pueden ir las cosas, empatizan mucho con los personajes de los dos enfermos.

-Esta es la primera vez que comparte escenario con su hija Montse Pla, ¿cómo está siendo esta experiencia?

-Estupenda, primero porque creo que como actriz se lo merece, y luego, porque me gusta mucho compartir escenario con ella, ya no lo compartimos como madre e hija, sino como dos actrices. Aunque yo no puedo evitar en algún momento mirarla y sentirme orgullosa de esa actriz que resulta que la tengo tan dentro.

-Muchos actores consolidados en televisión o cine están volviendo a las tablas. ¿Considera que el teatro vuelve a gozar de buena salud en la actualidad?

-A pesar del 21% de IVA, el teatro no ha dejado de hacerse, siempre ha habido gente muy valiente que se ha atrevido a llevar los espectáculos. Me parece muy importante mover y acercar el teatro a distintos lugares, porque no todo el mundo tiene la posibilidad de ir a ciudades como Madrid o Barcelona a verlo. Me gusta ver que va gente joven a verlo, es lo más puro dentro del mundo de la interpretación. Sales, y te encuentras con ese público que va con todo el cariño y con todas las ganas de que le cuentes algo que le convenza y que entienda y con lo que pueda luego conversar y opinar con su gente.

-Pertenece a la Fundación La Casa del Actor, ¿qué le animó a participar en este proyecto?

-Me parecía importante en este país tener un sitio en el que los actores que han dado su vida por su profesión pudieran tener un sitio en el que reunirse con gente con la que poder hablar de lo mismo al final de sus tiempos. Y gente que pudiese a su vez transmitir su experiencia a través de clases. Pero es un proyecto que está muy parado y no se sabe lo que va a ocurrir en el futuro porque no hay dinero.

-Tras más de 50 años de carrera, ¿algún reto pendiente?

-Que mi cabeza y mis piernas den de sí para seguir unos cuantos años. Si no pudiera ejercerla no tendría la vitalidad que tengo ahora; necesito ponerme ante una cámara o encima de un escenario para estar medianamente bien.