El psiquiatra Tiburcio Angosto impartirá hoy a las 20.00 horas en el Sporting Club Casino, en la calle Real, una conferencia sobre Locos y cuerdos en El Quijote, en la que disertará sobre el concepto de locura en la obra de Cervantes.

-¿Qué le llevó a analizar la locura del Quijote?

-Llevaba años estudiando la locura del Quijote y el concepto de locura en Cervantes y cuando en abril se celebró el quinto centenario de su muerte hice un escrito sobre este tema para el hospital vigués Vithas Nuestra Señora de Fátima -en el que trabajo- en el que mi objetivo era saber qué podía decir un psiquiatra del siglo XXI sobre la locura de Don Quijote, y que luego difundieron mis jefes.

-¿Es un reto para un psiquiatra estudiar al protagonista de la mejor novela de la historia?

-Claro. A pesar de que la locura estaba denostada en aquella época, en la obra de Cervantes los locos son personas amables y no son personas a las que hay que marginar, sino ser solidarios con ellas, como sucede en otras obras de Cervantes como El licenciado Vidriera y El celoso extremeño, en la que habla de cómo se debe evitar el estigma del enfermo mental, por lo que en ese aspecto era una persona avanzada para la época y mi hipótesis es que él conocía muy bien a los médicos del Renacimiento que trataban de recuperar para la medicina a los enfermos mentales que eran los hechizados o los poseídos.

-¿Qué enfermedad tendría el Quijote a los ojos de la psiquiatría moderna?

-Estoy en contra de establecer un diagnóstico, entre otras cosas porque Cervantes nunca quiso poner un caso clínico de locura. Tenía conocimientos de lo que era la Psicopatología de la época e iba cogiendo aspectos de ella para meterlos en todas las acciones de Don Quijote, por lo que tiene de todo y es como un compendio de Psicopatología. Hasta aquel momento se consideraba que los locos eran poseídos, pero Cervantes sitúa en la biografía de Don Quijote el origen de su locura, ya que en los libros que leía había frases enigmáticas que no entendía y se devanaba los sesos intentando comprenderlas, lo que le llevó a volverse loco.

-¿Podría haber casos parecidos en nuestros días?

-Sí, hay personas con cuadros psicóticos que se creen muy relevantes y que piensan que tienen que llevar a cabo una serie de acciones, que son de la CIA o que están perseguidos por los americanos y actúan de esa manera.

-¿Por qué incluye también a los cuerdos en su conferencia?

-Lo que quiero hacer es hablar de cómo ven los cuerdos a los locos en El Quijote y llama la atención que Cervantes siempre ve la locura con cierta amabilidad y que todos los locos de sus novelas se recuperan, lo que es muy importante. Él no concibe la locura como algo crónico, sino como algo de lo que se puede recuperar, y sobre todo con la comprensión y el apoyo mutuo.

-¿Era una visión nueva para la época?

-Totalmente nueva. La mayoría de los enfermos mentales eran recluidos en los manicomios y de hecho el Quijote apócrifo de Avellaneda sí acaba ingresado en el hospital psiquiátrico de Toledo y no se recupera, mientras que el verdadero Quijote sí lo hace antes de morir.

-¿Qué llevó a Cervantes a elegir un loco como protagonista?

-Es un enigma, pero creo que tiene que ver con que su padre ejercía de médico aunque no tenía el título, por lo que veía pacientes, al igual que su abuelo y su bisabuelo, de forma que se crió en ese ambiente. En esa época también tuvieron mucho éxito libros que abordaban la locura, como el de Huarte de San Juan llamado Examen de ingenios, cuando al Quijote se le llamaba el "ingenioso hidalgo".

-¿Esa convivencia con enfermos mentales le predispuso a ser benévolo con ellos?

-Cervantes era un gran observador de la vida y una persona muy inteligente, por lo que imagino que la actividad médica de su padre y su abuelo tuvo que influirle bastante. También hubo un medio pariente suyo que tenía una enfermedad mental muy severa y que al igual que Don Quijote se marchaba de la casa para hacer viajes erráticos, y, aunque no está claro, parece que Cervantes llegó a ser tutor de esta persona.