Un anciano maestro religioso se dispone a cruzar las montañas del Atlas marroquí para poder morir con los suyos. Le acompaña su esposa, dos buscavidas, y una caravana de hombres dispuestos a llevarle hasta Sijilmasa, su pueblo natal y lugar de destino. Pero la muerte no espera a nadie, y el sufí fallece antes de comenzar el abrupto ascenso por la cordillera. Rápidamente, su defunción hace peligrar la misión. El resto del grupo tiene miedo, y se niega a internarse en el terreno pedregoso. Sin embargo, uno de los hombres, el escéptico Ahmed, asegura que llevará el cuerpo a través de las montañas mientras que, desde un lugar remoto, otro chico, Shakib, es enviado a ayudarle en su tarea. Ese es el argumento de Mimosas, la última película de Oliver Laxe, un cineasta francés criado en A Coruña. El preestreno será esta tarde a las 20.30 horas en el teatro Rosalía de Castro. Laxe, que en el 2011 ya triunfaba ganando el Fipresci con su primer trabajo, Todos vós sodes capitáns, presenta en esta ocasión un western religioso, a través del que trata de "reencantar" al espectador y mostrarle la importancia de la fe.

"Vivimos momentos de escepticismo, de cinismo y en los que no se confía en el ser humano", cuenta Laxe. "Con Mimosas quería hacer un filme espiritual, recordar a la gente una serie de valores de la cultura marroquí que no es antagónica a la nuestra, sino muy cercana a la del rural gallego", añade. El medio empleado para reflejar estas semejanzas ha sido la actitud que toman sus personajes, una "digna sumisión" que Laxe también ve en "la Galicia campesina".

"Los protagonistas aceptan lo que les da el camino. El camino les dice: 'Tenéis que llevar este cuerpo hasta Sijilmasa, a pesar de que está lleno de montañas'. Y ellos lo asumen", explica.

Según ha confirmado el cineasta, este mensaje de amor que lanza en Mimosas no se limitará a su último trabajo. Su próximo proyecto, que se ambientará en la casa de sus abuelos en Os Ancares y comenzará a filmarse el verano que viene, también recorrerá esa vía, con un melodrama en torno a la figura de los pirómanos.

"No quiero justificar sus actos, quiero simplemente entenderlos", dice el realizador. "Entender que si esa persona provoca sufrimiento es porque sufre a su vez [...] Quiero que el espectador entienda eso y despertar en él sentimientos de indulgencia, de perdón, de misericordia y de amor", concluye.