El músico cubano Paquito D'Rivera, ganador hasta el momento de 14 premios Grammy, ofrecerá esta noche a las 20.30 horas un concierto en el teatro Rosalía de Castro, en el que tocará junto a uno de sus colaboradores habituales, el Quinteto Cimarrón.

-Va a actuar junto al Quinteto Cimarrón, un grupo de músicos cubanos como usted. ¿Tocarán solo jazz, o también música cubana?

-Tocaremos de todo un poco, para no aburrirnos y no tener que hacer lo mismo siempre.

-Eso incluye temas del anterior disco en el que colaboraron, Aires tropicales.

-Sí. Hicimos Aires tropicales en línea con lo que pensamos grabar en el futuro, en un disco que pretende llamarse Ecos del nuevo mundo. Es un álbum que ni siquiera está grabado, y que tendrá temas míos y de otros compositores. Ahora estamos en el proceso de elegir repertorio, algo que aprovecharemos a hacer en The Jazz Cruise. Es una gira por el Caribe en un crucero, al que vamos después de esta actuación, y que reunirá a unos cien músicos de jazz durante una semana.

-Al espectáculo de esta noche le han dado el mismo título que recibirá su futuro disco. ¿Cuáles son esos ecos del nuevo mundo?

-Son sonidos de Cuba, algo de música de Venezuela, algunas melodías de Brasil? Hay de todo un poco y, por supuesto, música jazz también.

-Esos ritmos latinos le vienen de Cuba, el lugar donde nació, aunque acabó pidiendo asilo en Estados Unidos. Lleva allí más de treinta años, ¿ha influido este exilio en su estilo musical?

-Sí, claro que sí. Lo que pasa en Nueva York en un día, pasa en cualquier otro país del mundo durante un año entero. He recibido influencias muy positivas de la vida de esa ciudad, un lugar en el que quise vivir desde niño. Ahora estoy en el lugar exacto a la hora exacta, haciendo lo que me gusta hacer y con la gente con la que me gusta estar.

-El abanico de lo que le gusta es muy amplio. Ha trabajado la música clásica, los ritmos afroamericanos y también el jazz, un género que calificó como infravalorado incluso en Estados Unidos, ¿cree que sigue siendo así?

-El jazz siempre ha sido un género de minorías. Pero minoría en un mundo superpoblado como este, significa que hay dulce para todos. Siempre hay gente que viene a los conciertos. No podemos llenar un estadio, pero sí un teatro.

-¿Y en Cuba? ¿Sigue siendo, como dijo en una ocasión, imposible ser jazzista en un país comunista?

-Ahí lo que es imposible es vivir, chica. Es muy difícil. El sistema quiere controlarlo todo. No se puede ser feliz esperando a que te digan lo que tienes que hacer.

-Ahora que ha muerto Fidel Castro, ¿ve más posible volver a tocar en su tierra?

-No. Murió el perro pero siguió la rabia. Ahora no está Fidel, pero está Raúl. Eso es lo mismo o peor. ¿Tú sabes cuándo murió Mao Tse-tung? Pues yo ni me acuerdo, pero la represión en China sigue igual. Las cosas no cambian por que muera un gobernante, para eso hay que cambiar el sistema

-Quizá no vuelva, pero sí se llevó de allí algo muy importante: el amor por la música. ¿Tiene algún proyecto entre manos, además de Ecos del nuevo mundo?

-Ahora estoy trabajando en una pieza para chelo, clarinete y orquesta sinfónica, escrita especialmente para Yo-Yo Ma, el gran violonchelista chino.

-¿Y su ópera Cecilio Valdés, rey de La Habana?

-No apareció nadie que la financiara, la ópera exige muchísimo dinero. Pero yo espero que algún día pase, es un proyecto bonito si aparece alguien. ¿Tú tienes algún dinero por ahí? [se ríe]. Tengo escritas como 22 canciones de esa ópera, ahora tengo que sentarme a escribir el resto.