Ha dirigido orquestas alrededor de todo el mundo, pero siempre busca volver a la Sinfónica de Galicia. Jesús López Cobos, al frente durante años de formaciones tan destacadas como la Ópera de Berlín, añade un concierto más a su relación con la orquesta gallega dirigiendo esta tarde a las 20.30 horas y mañana a las 20.00 horas en el Palacio de la Ópera, como director invitado, la interpretación del Concierto para clarinete y orquesta nº1 de Weber y la Sinfonía Alpina de Strauss. La función, en la que también participará la Orquesta Joven, presentará las obras "en sus mejores condiciones" gracias a la "calidad" de la Sinfónica. Una calidad que sin embargo, asegura Cobos, suena en una sala a la que le falta mucho para ponerse a su altura.

- Debutó hace casi 50 años y aún sigue. ¿Un director de orquesta nunca se jubila?

-No, en absoluto. ¡Mientras uno tenga la cabeza y los brazos! La experiencia es una parte muy importante de nuestra profesión. Practicas con el trabajo, y el repertorio es inmensamente grande, así que cuando te das cuenta has cumplido 50 años y estás empezando a entender de lo que va la cosa. Un director está en su mejor época entre los 50 y los 70. Resulta más fácil comunicarse con la orquesta.

- ¿Es importante la comunicación?

-La psicología. Comunicarte con un conjunto normalmente es complicado. Son cien egos diferentes y tú tienes que convencerlos de que vale la pena probar tu modo de ver las cosas. El director dictador ya no existe, el director tiene que ser un primero entre iguales y tratar de hacer música entre amigos. Eso es la mitad de nuestro trabajo.

- Así ha logrado dirigir la mayoría de las orquestas del mundo, ¿con cuál se queda?

-Con la que más he trabajado, la de Cincinnati. Era una orquesta magnífica cuando llegué y sigue siéndolo hoy. En esos años crecí mucho como director.

- ¿Y en cuanto a públicos? Dijo que el japonés le había impresionado, ¿cómo es el coruñés?

-Siempre me ha encantado el público de aquí. Se ve que ama a su orquesta. La sala es grande y se llena, y eso es una buena señal, porque no es una ciudad de cuatro millones de habitantes. El público es muy caluroso y verdaderamente estima lo que está escuchando.

- También tiene una relación muy fuerte con la Sinfónica de Galicia. Dijo que era la mejor de España.

-Siempre lo pensé, y aún sigo pensándolo. Es una orquesta estupenda con una realidad fantástica y muchas posibilidades. Le falta solamente una buena sala.

- No es el primero que lo dice.

-Es que el Palacio de la Ópera no es un Palacio de la Ópera, es un Palacio de Congresos. Fue para lo que se construyó, no se hizo el edificio pensando en una orquesta, porque no la había. La sala no está pensada acústicamente para albergar una orquesta sinfónica. Y es una pena, porque la Sinfónica tiene un prestigio y una calidad que verdaderamente merece tener una sala de conciertos a su altura.

- A partir del año 2010 decidió dejar de ser director titular, ¿ha cambiado mucho su vida como director invitado?

-Sí, pero para mí estaba claro. Lo ideal para el director y la orquesta es, si hay química, tener un periodo largo para poder hacer una labor de verdad. Y eso lo puedes hacer con 50 o 60 años, pero con 70 ya te lo piensas, porque quién sabe cómo vas a estar. Ahora como director invitado tengo que estar siempre viajando, pero estoy muy feliz de cómo va mi vida.

- Precisamente en calidad de director invitado dirigirá a la Sinfónica en la función de esta tarde, ¿cómo será el concierto?

-Va a ser estupendo porque es una obra fantástica, que además se toca muy poco porque necesita una orquesta muy grande. Y el hecho de que aquí haya una Orquesta Joven, con la calidad que tiene, hace que la puedas combinar con la titular. Presentaremos la obra en sus mejores condiciones.