Bibliotecas inundadas, edificios derruidos que se pierden entre la vegetación o un marco barroco desapareciendo entre las aguas. Son algunas de las imágenes que pueden verse en Las mutaciones polifónicas de Pablo Genovés, una colección de 63 fotomontajes que el artista madrileño inauguraba ayer en el Museo de Arte Contemporáneo. La exposición, integrada por piezas inéditas y una selección de las obras más destacadas de los últimos 8 años, permanecerá abierta hasta el 4 de febrero, exhibiendo a través de escenas postapocalípticas una de las mayores obsesiones del autor: la tensión entre la naturaleza y el ritmo de vida humano.

Los escenarios de Genovés son variados. Derrumbes, anegaciones y formaciones nubosas que, advierte el madrileño, pueden ser masas de agua o "el humo de un incendio", se reúnen en una exposición "misteriosa", que el creador ha sumido en la oscuridad dejando las obras como únicos puntos de luz. La intriga se extiende también a la identidad de los edificios, que el artista insiste en mantener en el anonimato. "La gente siempre quiere saber dónde está el sitio, pero conocerlo es una manera de huir. Y una exposición es un lugar en el que te tienes que encontrar contigo mismo", asegura Genovés, señalando como ubicación general Centroeuropa y, en especial, las construcciones barrocas del sur de Alemania.

En ellas, el madrileño ha desplegado su abanico de catástrofes. Lo ha hecho, como siempre, a través de postales antiguas, imágenes "rescatadas" que reinterpreta con métodos digitales, pero sin cubrir "los arañazos" provocados por el paso del tiempo. El objetivo, dice, es doble: el contraste "entre los analógico y lo digital" de su método de trabajo y el choque derivado de la propia historia de la fotografía. "Las personas enviaban estas postales con una actitud de esperanza. Tienen el peso de haber tenido lo contrario de lo que luego yo explico al reinterpretarlas", cuenta el autor.

Se trata además de imágenes que exaltaban "la belleza de las creaciones humanas en un momento en el que aún se creía en un futuro" para el hombre. En el destino ideado por Genovés, la naturaleza se venga de los daños infligidos por las personas, recuperando el terreno perdido. "La finalidad es concienciar a la gente sobre el cambio climático. Pero también sobre la vida que viven", dice el artista, que ha empleado los vídeos además de las fotografías para trasladar su mensaje.

Recintos en los que el techo y el suelo se aproximan, o en los que el nivel del mar sube hasta los candelabros son algunas de las proyecciones inéditas del madrileño para esta exposición, la individual más grande que ha realizado, y que incluye también una nueva serie de obras en las que el artista ha roto "la toma de postal", acercándose a detalles concretos de la imagen. El sol que cierra la muestra, obtenido de una escena en la que una pareja observaba el atardecer, es un ejemplo de ello. Corona la exposición para que la gente la abandone "con cierta esperanza", a pesar de un discurso que, asegura Genovés, no puede explicarse con la voz. "Siempre nos obligan a ponerle palabras a nuestro trabajo, pero lo que yo hago es imágenes. Aquí lo interesante es lo que ves".