Una exposición íntima, tranquila, y vital. Es lo que ha querido conseguir Xurxo Gómez-Chao con su nuevo trabajo, Tratado de botánica aplicada, una muestra sobre la belleza y el ciclo de la vida que inauguró la pasada semana en la galería Moret Art. Integrada por 23 piezas entre imágenes y fotografías intervenidas, las obras inéditas del artista coruñés permanecerán exhibidas hasta el próximo 10 de noviembre en la ciudad, donde mostrarán a los viandantes cómo unos pétalos, unas ramas o las raíces de unos puerros se transforman bajo sus manos en pájaros y medusas.

El proceso creativo para obtener estas nuevas formas ha sido el motor de Gómez para esta nueva exposición. El autor pretende reflexionar sobre el modo en el que los objetos cambian y se convierten en nuevos elementos cuando se les brinda un nuevo marco, y para ello ha sacado de su contexto elementos vegetales, una constante en su trabajo que ahora lleva a la intimidad de su estudio con el fin de retratarlos. "Los recojo y los saco de su entorno para fotografiarlos. Cogen una nueva identidad, pasan a ser otro tipo de objetos totalmente diferentes", asegura el artista, poniendo como ejemplo la serie Vistos por primera vez. "Juntando dos flores, no sale otra nueva, sino que aparecen nuevos especímenes, como un palo o un insecto", explica.

La mayoría de sus modelos los encuentra en los parques, pero algunos le sorprenden en su propia casa. Le ocurrió con una de las piezas de la muestra, Pétalos y cebolletas, en el que rosas y puerros conforman un paisaje submarino lleno de aguamares. "Estaba pelando unos puerros y me fijé en las raíces. Es lo que todo el mundo tira, pero yo me di cuenta de que parecían los tentáculos de una medusa", cuenta Gómez. Otro día, un piano destartalado le sorprendió en la puerta de su estudio. Estaba abierto, con las "entrañas" a la vista, y su belleza y complejidad hicieron que el artista decidiese rescatarlo. "Igual que salgo a buscar ramas o huesos de pájaros, a veces también voy a la calle y me encuentro sorpresas", comenta el pintor y fotógrafo, que puso el instrumento en vertical y lo instaló como escultura en la galería.

Se trata de la única obra tridimensional de Tratado de botánica aplicada, aunque Gómez asegura que la pintura que agrega a alguna de sus imágenes también le confieren cierto volumen. Cuenta que las pinta cuando siente que es necesario "darles un toque físico" que rompa con "la frialdad de la fotografía", y que le devuelva de paso su condición de artista plástico. "Yo soy pintor, así que a veces necesito coger una brocha y mancharme de pintura", declara, señalando el ukiyo-e del siglo XVIII, un tipo de grabados sobre madera de Japón, como una de sus referencias en las fotografías intervenidas.

También referente ha sido la belleza, una idea sobre la que ya reflexionaba en series anteriores como La atracción del abismo, y que continúa en la exposición configurada a lo largo de este último año. En ella, el artista juega con "la similitud entre lo que son las flores y lo que es la vida; lo que pasa de ser bello a convertirse en algo seco y retorcido" para capturar la fugacidad del concepto y su constante evolución. "Siempre me ha llamado la atención cómo, en función del tiempo, cambia el concepto de belleza. Cosas que hace 100 años se consideraban bellas hoy en día ya no lo son, y lo que nunca se pensó que fuera a serlo, ahora se acepta", reflexiona, y lanza un interrogante al aire: "¿Qué es bello hoy y qué dejara de serlo mañana?".

En próximas exposiciones, el coruñés probablemente continúe tratando de hallar una respuesta. El vehículo para conseguirla será, como siempre en Gómez, la naturaleza, el medio en el que se mueve desde su juventud a la hora de realizar creaciones artísticas. "Es la eterna pregunta", dice, cuando se le pregunta por la razón de esa presencia insistente de la vegetación en sus obras. Y, aunque no lo tenga claro, apunta a sus lazos con la existencia humana y a las posibilidades que le ofrecen como posible motivo. "Es como una pequeña representación de la vida. Me ayuda a crear mi propio mundo".