Dice Virginia Imaz que la nariz de payaso le creció al tiempo que la conciencia feminista. La clown vasca, antes artista de tragedias, se decantó hacia el humor para tratar la realidad con un tono "más sano", y se propuso, desde entonces, hacer de las risas no solo un entretenimiento, sino una herramienta social. Los estereotipos de género, las etiquetas y las dificultades de las relaciones humanas son ahora la diana hacia la que lanza sus chistes que, a partir de las 20.00 horas de este jueves, se dirigirán hacia el sexo en el centro Ágora, donde actuará como parte de su espectáculo Sex o no sex.

"Es un show en código clown, en el que me río de mí misma sobre muchos de los cuentos que me fui creyendo en el tema del sexo", explica la artista, que se meterá en escena en la piel de la payasa Pauxa. Desde su personaje, y sobre escena, la clown compartirá con el público sus reflexiones sobre las relaciones sexuales, cuestionando los roles que se imponen desde la sociedad con una perspectiva de género y reivindicando "la asignatura pendiente del placer sin culpa". "Los hombres y las mujeres hemos sido educados en una doble moral en el tema del sexo. Un chico con muchas relaciones es un Don Juan, es un valor positivo, pero en las mujeres es algo para descalificarlas", cuenta.

La regla, la masturbación y la menopausia serán otros de los temas que la artista tratará junto a este "doble rasero". El objetivo de la clown es normalizar la cuestión sexual y hacer que el público reflexione sobre ella para acabar con los estereotipos y silencios que la rodean. "Son temas tabú. En los últimos años han cambiado mucho las cosas pero, como se ha hablado tan poco, muchas veces no sabemos en qué tono hacerlo", dice la artista, para la que la desinformación es especialmente "peligrosa" cuando afecta a la juventud. "La información se encuentra a través de las redes, pero a veces ofrecen un espejismo que no se corresponde con la realidad. Si no les contamos otra cosa, crecen con esas mentiras tóxicas", añade.

Para combatirlas, Imaz se vale del humor. La payasa rompe mitos desde un juego clown que, en su "inocencia", se transforma en la herramienta ideal para abordar asuntos que han quedado durante años guardados en la recámara. "Es muy liberador para el público. Permite a la gente identificarse, porque además es amable. Parte de reírme de mí, no de otros", comenta la artista, que intentará, como en todos sus espectáculos cómicos, "crear conciencia".

Esta vertiente didáctica de sus piezas, centrada en trabajar la igualdad entre sexos es precisamente lo que le ha valido el Premio Emakunde a la igualdad 2017, que recibirá en abril de este año. Que se lo concediesen fue para Imaz una "alegría enorme" y un "reconocimiento" a sus "30 años de trabajo", caracterizados por una defensa feminista que no percibió claramente hasta pasado un tiempo. "Al principio no era muy consciente de estar haciendo una reivindicación feminista ni de mi propio proceso de empoderamiento. No sabía que podía ser inspirador para otros", comenta la clown, que ve en escena obras "cada vez más concienciadas con la desigualdad" de género, pero marcadas todavía por la ausencia de la voz de la mujer. El sexo femenino, asegura Imaz, se encuentra aún "infrarepresentado" en el mundo del espectáculo, especialmente en el terreno del humor. "Hay muy pocas mujeres cómicas, y es difícil que presenten su propio programa", lamenta la payasa, que se ha centrará en el lenguaje sexista en su nuevo espectáculo. Incomunicando estará en los teatros a partir de marzo, para seguir cuestionando, desde la carcajada, los límites propios e impuestos.