David Grimal se une esta tarde a la Sinfónica en un concierto especial, en el que oficiará de director artístico desde su puesto en el violín. El músico francés, responsable de la única orquesta del mundo que prescinde de conductor, Les Dissonances, interpretará con la OSG piezas de Brahms y Beethoven en el Palacio de la Ópera, donde estará a partir de las 20.30 horas.

- ¿Violinista o director?

-No soy un director, solo un músico. He fundado una orquesta en Francia hace 12 años sin director, así que he aprendido paso a paso cómo trabajar con una. Pero no estoy dirigiendo desde el violín, estoy intentando que la música nos dirija a nosotros.

- ¿El sonido cambia al tocar sin liderazgo?

-Creo que sí. Pero no diría que es mejor, sino diferente, porque los músicos tienen que escucharse mucho más los unos a los otros, así que están combinando sus sonidos de un modo distinto. Cuando hay un director, todo el mundo le está mirando, y él se hace responsable de la música. Es un proceso completamente diferente.

- Me hablaba antes de su orquesta, Les Dissonances, ¿qué buscaba cuando la creó?

-Buscaba música sin negocio y con amigos.

- ¿Antes no la tenía?

-Antes tenía la carrera normal de un joven solista. Era agradable de algún modo, pero no muy musical, porque sabes que haces conciertos, ganas dinero, vendes discos? Eres parte de un negocio. A veces, está bien, pero otras es difícil conseguir inspirarse.

- Con su orquesta practica una idea un poco revolucionaria, ¿cómo fue recibida?

-En el mundo de la música hay dos reacciones: gente que lo ama, y gente que piensa que es inútil. La gente a la que le gustan los grandes maestros, odia Les Dissonances. No entienden por qué debería existir. Y a la gente quizá más joven le encanta porque encuentra una nueva felicidad en el escenario

- ¿El mundo clásico es demasiado conservador para este tipo de propuestas?

-Extremadamente. Si piensas que tocar sin una autoridad es una revolución para el mundo de la música clásica, puedes imaginar qué conservador es. Es una locura.

- ¿Ha tenido consecuencias en su carrera?

-Por supuesto. Primero de todo, yo he dicho que no a muchas cosas, y eso tiene consecuencias, desapareces. Si yo rechazo, es natural que la gente me rechace. Pero he construido algo diferente, y aquí estoy.

- Con la Sinfónica, usted ya ha colaborado con varias orquestas de aquí, como la Gaos, ¿cómo es su relación con la ciudad?

-Pues parece que una muy bonita [ríe]. Creo que la gente aquí ama la música. Quizá es por esta gran orquesta, con músicos tan buenos de todas partes. El corazón de la música está latiendo aquí.

- ¿Y en Francia? Hace un tiempo no estaba contento con el recibimiento que recibía su orquesta en su país.

-En Francia hay un violinista oficial que se lleva todo. Es un negocio mafioso. Es por eso por lo que digo: "Cuando mi país esté preparado, estoy aquí".