Más de 20 años de gira ininterrumpida avalan las representaciones del Ballet de Moscú. Dirigido por Timur Fayziev, la compañía llega a la ciudad para contar a través de la danza la conocida historia de La Bella Durmiente, que se podrá ver este martes en el Teatro Colón a partir de las 20.00 horas.

- Venían hace apenas unos meses a A Coruña con El Lago de los Cisnes , y ahora vuelven de nuevo con La Bella Durmiente , ¿se han aficionado al público coruñés?

-Hacía mucho tiempo que no estábamos en Galicia, y la experiencia vivida en nuestro regreso el invierno pasado nos creó instantáneamente la necesidad de regresar cuanto antes. Fue mucho el calor y agradecimiento con el que fuimos recibidos. Volver a actuar ante un público con sed de ver danza, crítico y que agradece tanto el resultado de tanto esfuerzo es y será siempre razón para seguir trabajando.

- La Bella Durmiente es uno de los más famosos del ballet ruso. ¿Cuál es la clave de su éxito?

-La mágica unión de la música, la coreografía, el colorido de las escenas y una historia tan conocida como esta.

- Hoy continúa emocionando, ¿también planteando desafíos a los bailarines?

-Es una obra menos coral, representa un esfuerzo mayor a nivel individual que otros títulos como El Lago de los Cisnes. El bailarín tiene la oportunidad de mostrarse más al público y este, a su vez, de poder apreciar con mayor detalle la calidad de cada uno de los intérpretes.

- Cristina y Alexey Terentiev son los solistas en este caso, ¿cómo se complementan sobre el escenario?

-Cristina y Alexey son pareja desde hace mucho tiempo tanto dentro como fuera del escenario. Cada uno de los personajes que interpretan ha crecido con ellos durante todo ese tiempo. Es una relación construida por ambos a la vez, en cada ensayo, en cada función e incluso su hogar, sin interferencias ni influencias externas. Eso hace que a nivel emocional se refleje en el escenario algo verdadero y, a nivel coreográfico, los pasos fluyan con naturalidad y energía.

- Usted siempre apuesta por la interiorización por parte del elenco. ¿Cómo asumen los bailarines personajes con tanta historia como los de esta pieza?

-Es sin duda un gran desafío. Se trata de unos personajes muy definidos que exigen llegar a la idea que cada espectador tiene de ellos. Carabosse entregando el huso, Désiré besando a Aurora? Son momentos muy dibujados en la mente por todos nosotros. Se ha de cumplir esa expectativa del público y, después, saber dar los matices personales para hacer más grande y personal lo que se quiere expresar.

- Ustedes llevan 25 años de gira ininterrumpida, ¿cómo lidia el equipo con un ritmo tan elevado?

-Una vez entras en nuestra compañía, te das cuenta de que va a ser tu vida. Por un lado puede suponer algo agotador, pero por el otro estás obteniendo la recompensa de hacer lo que más te gusta. Cada día en nuestra compañía te hace crecer.

- ¿Hasta dónde debe llegar el compromiso del bailarín de ballet con su disciplina?

-Ha de ser total. No sirve quedar a medias. Cada interpretación debe salir de dentro, ha de ser sincera. De lo contrario, todos van a notar desde donde les hablas. El compromiso a nivel físico, artístico y emocional va a definirte como bailarín. La suma de todo esto será lo que todos vamos a conocer de ti cuando salgas a escenario y, al igual que en las relaciones entre personas, has de lograr que lo que quieres expresar llegue sin complicación.

- A sus giras se van sumando los nuevos talentos de su academia, ¿ha cambiado mucho el Ballet de Moscú desde ese 1989?

-La frescura que aportan los nuevos bailarines y la entrega de los más experimentados, así como alguna revisión por mi parte, ofrecen siempre novedades en cada gira. Por supuesto que ha habido muchos cambios, todos a mejor. A nivel personal, para mi es importante ese dinamismo. Yo lo veo como mirar al fuego o al cielo. Su base es siempre la misma, su belleza también, pero es algo vivo que te captura, aunque sea cambiante.

- Usted siempre rechazó las versiones más basadas en la escenografía que en los propios artistas, ¿es una tendencia extinta o se siguen quedando muchos atrapados en la pura técnica?

-La verdad es que hoy en día, con los avances en iluminación y proyección, se realizan propuestas que visualmente son muy atractivas al público. Pero sigo viendo muchas compañías que, como nosotros, se apoyan en la conversación con el espectador sin efectos externos.

- Usted lo hizo durante muchos años, ¿cómo se enamoró del ballet?

-Mi madre me llevó a ver una representación cuando yo tenía 9 años. Quedé asombrado con todo lo que estaba sucediendo en el escenario, y lo tuve claro. Era todo un mundo por descubrir.

- ¿Fue difícil despedirse de los escenarios?

-Por supuesto, aunque fui yo mismo el que decidió hacerlo con 36 años. Vi que había llegado el momento. Pero todavía tenía mucho que contar, que decir, y fue cuando decidí crear la compañía. Una compañía que también me ha dado todo. Era una época difícil en Rusia para este proyecto, pero con la Perestroika, aprovechamos la oportunidad de abrirnos al resto del mundo convirtiéndonos en lo que somos ahora.