En enero de 1937, el Gobierno de la Segunda República le encargó al pintor Pablo Picasso que creara un cuadro para el pabellón de España de la Expo de París. Con blanco, negro y gris retrató el horror de un bombardeo sobre gente inocente. Había nacido el Guernica, un cuadro que mide lo mismo que la pared de su estudio, 7,7 metros por 3,4 metros. Los viajes que ha hecho este cuadro, cómo se ha reinterpretado después como símbolo de la paz y del pueblo libre están recogidos en la muestra que, desde ayer y hasta el 20 de junio, se puede visitar en los jardines de Méndez Núñez, en las carpas instaladas por la Obra Social La Caixa, el Concello y en colaboración del museo Reina Sofía. El cuadro cumple 80 años y su historia vuelve a la ciudad en la que vivió su autor de niño.

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Picasso. El viaje del Guernica